Soy Carolina, Caracolina, la Caracola Mágica.
Si me pongo a hablar de mí me encuentro en muchos dilemas, pero para resumir, soy mujer-montaña. Además, mamá, creativa, escritora, lectora, viajera, montañista, corredora, «biciclista» (como decía mi hijo cuando tenía cinco años), miembro del club de fans del planeta, y ahora ¡Podcastera!. Estas son mis pasiones y a todas intento dedicarles algún tiempo de mi día, o de mi vida.
Todo comenzó cuando…
Tenía nueve años y mi vida cambió drásticamente. Por un evento familiar muy triste (murió mi mamá) me fui de Bogotá, la gran ciudad fría y seria, a vivir a una finca en Buga, pequeña ciudad del Valle del Cauca (Colombia), de clima caliente y alegre. Así que me convertí en una pequeña Heidi re-corriendo por las «lomas» de la finca, montando a caballo, ordeñando vacas y trepando árboles.
¡Ay esos cachetes!
Fue una infancia muy feliz, pero una adolescencia tortuosa porque, claramente yo quería salir y estar cerca de mis amigos y no podía. Así que tocó dedicar los fines de semana y las vacaciones a leer toda la biblioteca de mi papá (poeta y escritor), a escribir diarios y a seguir en las andadas por el monte, las quebradas y los cultivos de caña.
La madre (de crianza), mi hermano mellizo y yo, con el río Cauca detrás.
Ya en la juventud me fui a vivir a Cali, allá hice la universidad en una época muy complicada e insegura. Pero lo logré. Terminada la universidad me fui a España a estudiar Medio Ambiente, que era lo que me apasionaba, y pasé los dos años y medio mejores de mi vida haciendo conciencia del mundo en el que vivía, de la burbuja de la que tenía que salir urgente y de todas las necesidades sociales que se movían en todos los países de América.
Terminados los estudios volví a Colombia, trabajé como una loca, conocí al papá de mi hijo, nos casamos, tuvimos a Emi y años después nos divorciamos, cada uno siguiendo su búsqueda. Escribí una novela y seguí buscando mi propia voz hasta hoy, que comienzo un nuevo proyecto de vida con el podcast.
Lo conté rápido, ¿no?.
Salamanca, ribera del río Tormes, en la primavera del 2000
Ahora, en este presente maravilloso que vivo, me siento más a gusto conmigo misma, con mi cuerpo, mis años y mis arrugas. Tengo un coequipero de vida con el que soy muy pero muy feliz, porque no solo somos pareja sino camaradas, socios, parceros, amigantes, todo.
Juntos creamos un emprendimiento que se llama Estoy Vivo, y al que los invito a visitar si aman las montañas, las actividades al aire libre y los hábitos saludables.
Y en este espacio comparto algunos de mis escritos, el podcast y próximamente material relacionado con la sostenibilidad.
Gracias por estar aquí. Gracias por leerme. Recuerden suscribirse para que les lleguen las novedades del blog.
Y ya.
Dani y yo, en el Cañón del Chicamocha, unos días antes del último día del 2019
lapensadera.com 