Dianis, que es como yo la conocí, por allá a mediados de los ’90, fue compañera de universidad y también compartimos casa. En ese entonces vivíamos en Cali, en el barrio La Flora, y apenas comenzábamos a «hacernos grandes». La recuerdo siempre arreglada, maquillada, divina. Yo creo que por Diana salió el refrán «primero muerta que sencilla», jeje.
Luego ella se fue a Medellín y así se fueron también los años, de la una y de la otra, con situaciones, personas y lugares muy distintos, pero con el corazón agarradito todavía. Y así vamos: ella sigue en «Medallo», trabajando, reinventándose (es una dura), y yo en mi pueblito. Y no nos vemos hace mil años, pero no perdemos el contacto y el cariño mutuo.