Etapa seis

«El camino al final nos va llevando donde tiene que llevarnos y cada uno va siguiendo su instinto. Es el Camino del Corazón. Así que… espero y deseo seguir por ese camino y que tú también lo hagas». D.

Bilbao – Pobeña: 29 kilómetros

Portugalete y su puente colgante

Todas las etapas tienen belleza, retos, encrucijadas… la de hoy fue una prueba para la mente, la mejor metáfora de lo que es la vida: una prueba constante donde no todo será bello ni todo será alegría, pero que te hace fuerte y se aprende, te hace fuerte y se aprende.

Anoche continué con mi dolor de pie, hinchado, y eso, quiéralo o no, me bajó el ánimo para hoy. Me puse hielo, me tomé un analgésico y rogué para amanecer mejor.

No fue así: mientras hizo efecto el Dolex más o menos no me dolió, y además iba con Carlos que me distraía y me hacía reir todo el tiempo, porque es el hombre más chistoso que he conocido en mi vida, de verdad, no paro de reirme. Tiene el humor y la chispa colombianas, pero con acento español. Es genial.

Pero todos tenemos nuestro ritmo de caminantes, así que a los seis kilómetros él partió más rápido. Yo iba tranquila, apoyada en el bastón y más o menos sin dolor. 

Pasé Barakaldo y Portugalete, ciudad, carros, calles y calles y autopistas y puentes y ciclorutas… me enterré en el cemento -literal-. Sucumbí ante tanto asfalto y mi pie comenzó a dolerme y la cabeza a darme más dolor. Ya no sé si era real o no, pero me sentía que ya no podía o no quería. Total… así es la vida, ¿no? 

«Las piedras están ahí para saltarlas, no para hacernos cambiar de camino».

Se me hizo eterno. Poco más de 26 kilómetros y llegué al mar y fue como si todo dolor, todo miedo salieran huyendo. No pasaron de la arena, solo seguí yo y los ojos puestos en el inmenso mar…

Me quité los zapatos y me fui a meter los pies al mar. Ah… ojala pudiera describir la sensación de felicidad y gozo. Agua fría, dolor en el pie deshaciéndose con la arena, la mirada perdida, húmeda por el agradecimiento de ¡por fin! haber llegado.

Tomé la maleta, caminé la playa descalza y llegué al Albergue donde ya estaban Carlos y Stefanno, fieles compañeros. Son lindos de estar pendientes de mí 🙂


La señalización

Como no hay muchas fotos que compartir del recorrido de hoy, por lo que fue casi todo en ciudad, quiero contarles cómo es la señalización del Camino. ¡Lo máximo! 😉 Aunque me he despistado dos veces, es muy divertido ir pendiente de una flecha amarilla, es como una carrera de observación, ¡me encanta! Aquí les dejo algunas fotos de las señales de hoy… cualquier superficie es digna de indicar a dónde va el camino, jeje.


Datos interesantes

– El albergue es de la red de caminos, así que se da donativo (5 euros). Está lleno de humanidad, alemanes y sus olores… diez camarotes, 20 humanos en el cuarto con mochilas, etc, etc. Pero toda la gente es súper querida.

– En Barakaldo compramos dos croissant por 1,40 euros.

– Almorcé el menú peregrino de 10 euros. Buenísimo: de primer plato, ensalada de atún, lechuga, tomate, espárragos y cebolla. De segundo, un corte de cerdo buenísimo, con sabor a chicharrón con papas a la francesa. Luego vino y postre. Deli.

– Nuestros amigos Arnau y Dani van uno atrás y otro adelante. A ver quién alcanza a quién, jeje. Pero vamos todos en «nuestro camino».

– Tengo que plantearme decisiones… por mi pie. Estoy en eso 😦 Pero lo que sea que pase, hace parte de MI Camino y será lo mejor, eso lo sé. Ya les contaré…

Publicado por carocaracolina

Carocaracolina es una caracola que escritora, viajera y podcastera. Y todo esto pasa en Lapensadera.

3 comentarios sobre “Etapa seis

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