Etapa ocho

Fue solo un momento / lejos de mi centro / pero ya regresé. La meloncalía / todo lo cubría / suerte ya lo pasé. En verdad nunca me arrepentí. Todo lo vivido / de algo me ha servido. Todo viene y va / y yo sigo entera aquí…» Violeta Venegas

Castro Urdiales – Laredo: 24 kilómetros


Cantabria. Esta fue una etapa muy extraña… Salí 6:30 de la mañana, no dormí casi porque dejé mis tapaoídos en Pobeña y anoche hubo como tres roncadores y quitasueños. Qué mal! Qué rabia no poder levantarme y darle un almohadazo a más de uno! 

Así que salí temprano, pura noche (amanece casi a las 8am); pero noche estrellada, no hacía frío, todo calladito caminé a oscuras mucho rato por una carretera destapada. Al rato sentí deseos de voltear y me encuentro con el amanecer a mis espaldas… yo sé que las fotos ni se acercan a la realidad, pero así lo capté.

Qué instante más poderoso. Creo que grité y todo: ohhhh nooo!!! Es que era «demasiado», jeje.

Seguí caminando tan feliz… y el camino torció hacia una trocha. Se oía solo el canto de los pájaros y el caer del agua de un río cercano. Ya sabía también que el mar estaba vigilante a la derecha.

Me metí por un bosquecito y una luz roja entraba por los árboles. Era el sol! 

Cómo no describir ese momento… veía el punto rojo rojo enfrente, entre los arbustos. En cuanto salí a un clarito me encontré con esta imagen. 

Me quedé un rato observando esta belleza… dando gracias a la vida, a Dios, a mí misma, a mi mamá, mi hijo, a Juan José, a mis amigos… di gracias por todo lo que tengo, y todo es amor, amor de verdad. Esto puede sonar como que me estoy volviendo loca, jeje, pero es lo que pasa por mi mente y mi corazón cuando estoy en lugares así: toca fibras muy profundas. En esos momentos de éxtasis es como un soplo, como un orgasmo de vida, es felicidad pura. 

Seguí caminando, era muy bonito el sendero. Encontré unas ovejas con campanitas, ¡lindas! Pero me acordé de un video que ví en Facebook donde una cabra embestía a una señora y me dio miedo (¡maldito FB!).

Dejé el camino de las ovejas y entré a un pueblito; luego llegó la carretera y con ella los demonios…

El dolor de la pierna se intensificó. Me puse los audífonos para no escuchar los carros, canté toda mi lista de música en español, pensaba mil cosas, pero el dolor volvía. Paré, me comí un banano, me tocó meterme al monte mil veces a hacer pipí (tomo mucha agua) porque como es carretera no hay casi lugares. Uffff… estas partes de pavimento son duras.

Le mandaba audios a Dani que es como mi bastón y mi avanzadilla del camino, él me regresaba otro con ánimos o con las mismas locuras que yo… llegué a Linedo, paré en una estación de servicio y me zampé un paquete se Doritos de queso (los peores) con un agua amarillenta que se llama Solaris (mejor no saber qué tiene). El señor de la estación me dijo que faltaban cinco kilómetros para Laredo, mi final de etapa.

Los sufrí, no sé porqué tanto… es que no encontraba a qué aferrarme. El paisaje era solo pavimento y carros de ida y vuelta, intersecciones, fatal…

Pero llegué.

Bajé muriéndome unas escaleras y afortunadamente el albergue estaba a la entrada, no a la salida de la ciudad, jeje. Hoy sí que lo agradecí. 

Es un convento de monjitas. La que me atendió es peruana. Ritual de llegada, salí a almorzar, hay fiestas así que me tocó mercadito medieval. Mientras el almuerzo -ya es ritual también- pido una bolsa de hielos y me la pongo en el pie mientras como. Me sentó genial!

Compré los tapaoídos y una crema con árbica y caléndula para mi patica. La verdad me siento mucho mejor, y me alegro porque mañana si no estoy mal son 30 kilómetros. Pero ya sé que mañana es una etapa de mar y montaña entonces me hace ilusión 🙂


Datos interesantes

– El albergue costó 10 euros y es una habitación con dos camas. Hoy duermo con una alemana.

– Las monjitas tienen varias actividades para los peregrinos: a las 7pm la misa (que iré porque hoy de verdad tuve un momento muy místico, y si estoy aquí es por algo). Luego a las 7:45pm «encuentro musical» de los peregrinos: en ese trataré de no estar, yo soy muy antisocial para esas cosas. Y a las 8pm cena conpartida: las monjitas sirven el primer plato y lo demás lo ponen los peregrinos. Yo compré una torta vasca en un mercadillo medieval que había en el casco antiguo.

– Cuando se camina por vías de carros, el caminante siempre debe ir por el carril contrario, es decir, por la izquierda, para que vea y lo vean. 

– Dani va en Boo de Piélagos: se compró «playeras», o sea tenis de calle, y va volando, jeje. Arnau debe estar en Pobeña (atrás) y Carlos y Stefanno van en Noja (delante). Stefanno sigue mal de las ampollas y ahora con dolor en un muslo. Ayayay!

– Kilómetros acumulados: 227 kms. 

– Kilómetros restantes: 621 kms.

PD. Siendo las 7:36pm ya acabó la misa y fue… súper bonito! Qué gozo tan grande se siente cuando hay tanto amor y tanta paz en un lugar… la misa estuvo hermosa. Al final el padre nos dio una bendición especial. Más bendiciones para el camino! Las lágrimas brotan en todo momento, estoy muy muy sensible… estoy muy feliz.

Publicado por carocaracolina

Carocaracolina es una caracola que escritora, viajera y podcastera. Y todo esto pasa en Lapensadera.

4 comentarios sobre “Etapa ocho

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