«Si caminas solo, irás más rápido. Si caminas acompañado, llegarás más lejos».
Proverbio chino.
Castro – Fonsagrada: 20,5 kilómetros
Nuevo parche: Vicente y yo. Víctor ya nos dejó una etapa, lo que hace que sea difícil alcanzarlo. Así que «adopté» a Vicente, que no me deja ni a sol ni a sombra. Es gracioso… porque pensaba que este camino sería como el del Norte, en soledad, pero desde que salí de Oviedo no he tenido una sola etapa sin compañía. Pero es lo que me ha regalado el Camino, por algo será…
Esta fue otra etapa corta, pero es que el Camino Primitivo no tiene tantos pueblos intermedios (con albergues) como para hacer un poco más. Ayer y hoy, o eran 20kms, o se volvían 40kms, y… no gracias.
Arrancamos con el amanecer (como a las 8am) y en subida hacia unos molinos eólicos. Estos parques por aquí son increíbles, hay muchísimos y producen un sonido muy extraño… es como si fuera una fábrica que estuviera muy lejos, pero están ahí, al lado nuestro. Son como vigilantes de la montaña, del viento, del sol… y la luna.
El amanecer estuvo hermoso, es el regalo del día. Con estas vistas, ¿cómo no caminar feliz? Me fui con Vicente hable y hable y hable. Es que no paramos de hablar. Menos mal, porque estuvo durillo al principio, pero entre la charla y las risas se nos pasa el tiempo y ni nos damos cuenta. Luego vino una bajada suave, un campo muy bonito y otra bajada a lo salvaje. Y ¡Por fin! un bar, y llegamos a Galicia.
Seguimos por un camino muy llano, muy rico de caminar, hasta tres kilómetros antes de Fonsagrada que fue la subida más brutal. Como que no nos la esperábamos, así que nos dejó con la lengua afuera, ¡mal!
Llegamos los primeros al albergue, súper temprano. Dani me había dicho ya que los albergues municipales en Galicia estaban muy bien y de verdad, súper grande, bonito, limpio… tres cuartos enormes de literas, muchísimas. Los baños increíbles, modernos, con madera, me encantó.
Nos bañamos, lavamos la ropa y nos fuimos a buscar dónde comer bien rico. La chica del albergue nos recomendó un lugar típico con menú peregrino de 10 euros. Allí nos encontramos con los ingleses (Richard y Tony) y con Juan. Comimos todos juntos, con vinito, delicioso. Hemos hecho muy buen parche con ellos y con Felipe y Antonio.
Está bien compartir un poco más, estaba muy en-cerrada en mí y compartir con la gente también es chévere. Con Vicente me río como enana, y estar de buen humor pues trae buenos pensamientos. Lo disfruto así también.
Por la tarde dormí un poco, leí mi libro de la reina Urraca (que nada que lo termino), por la noche fuimos a comprar mercadillo e hicimos cena en el albergue. Hice unos bocatas de jamón ibérico, aguacate, queso y tomate. Vicente quedó matado, jajaja, qué chistoso porque no tenía nada de raro; lo que hace el aguacate (aprendido de Dani).
Olvidé decir que como llegamos de primeros, nos cogimos una mini habitación de dos literas (huyendo de los roncadores) y preciso nos tocaron un señor australiano y su hijo; con quienes coincidimos días atrás un par de veces y el señor mayor ronca… que da miedo. Pobre de mí esta noche 😦
