Giannina Brusatin

Nuestra tercera invitada es Giannina, amiga y hermana de toda mi vida (del siglo pasado, jeje), una mujer increíble: artista desde los huesos, curiosa por la naturaleza y creativa en su manera de vivir.

¡Qué rico conocer mujeres!

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1. ¿Cómo te llamas?

Giannina

2. ¿Cómo te dicen? (si tienes un apodo o seudónimo)

Gianni, miss G, Gialailis, Giasmina, Gamina

3. ¿A qué te dedicas? En la vida, no en tiempos de pandemia

Artista, profesora.

4. ¿Cuál es tu color favorito?

Verde.

5. ¿Tienes alguna fobia?

Claustrofobia.

6. ¿Tienes un peluche o muñeco favorito? Cuenta…

Una almohadita.

7. ¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Pintar y comer.

8. ¿Y en qué piensas cuando lo haces?

En la naturaleza, en mi gato, en las nubes.

9. ¿Tienes alguna alimento top, o bebida sagrada que quieras compartir aquí?

Cerveza.

10. ¿Qué alimento te parece horrible y no te comerías por ningún motivo?

Todo me encanta.

11. ¿Cómo se llama tu tablero favorito de Pinterest?

No tengo pinterest.

12. ¿Cuál es tu hora favorita del día?

El amanecer y el atardecer

13. ¿Cuál es el nombre de tus mascotas? Si tienes

Lorenzo.

14. ¿Quién es tu héroe favorito? puede ser literario, artista, deportivo, político… lo que quieras

Mi gato.

15. ¿Qué prefieres?: playa, montaña o ciudad

Playa.

16. ¿Qué canción se repite infaltable en tus playlist?

Tesselate- Alt J.

17. ¿Qué peli te repetirías una y otra vez?

The Goonies.

18. ¿Y cuál es la más terrible o aburrida que recuerdes?

Uffff ni me acuerdo.

19. ¿Cuál es tu comida favorita?

Pizza.

20. ¿Qué usas para dormir? (pijama, camiseta, cucos, nada…)

Piyama.

21. ¿Por qué te sientes afortunado(a)?

¡Por absolutamente todo!

22. ¿Cuántos días llevas en casa por la cuarentena?

Un mes y un día.

23. ¿Con quién estás pasando el confinamiento?

Con mi pareja.

24. ¿Cómo te ejercitas durante este tiempo? física y mentalmente.

Hago estiramientos y body toning de 10 minutos; leo un poquito, pinto, organizo, limpio, me paro, me siento, camino de la cocina al cuarto al baño a la sala al comedor y así sucesivamente.

25. ¿Qué desayunas ahora que hay más tiempo?

El tiempo del desayuno sigue siendo el mismo.

26. ¿Has aprendido algo nuevo durante la cuarentena? ¿Qué?

A hacer galletas.

27. Para estar en casa… ¿Piyama, sudadera, leggins o jeans?

Pantalones o sudadera.

28. ¿Cuál es el espacio de la casa donde más te gusta estar?

En el comedor.

29. ¿Qué serie de Netflix te estás viendo en este momento?

Me terminé de ver Unorthodox ayer.

30. ¿Y qué libro estás leyendo?

The subtle art of not giving a f*ck- releyendo la cabeza no me da para concentrarme.

31. ¿Te bañas todos los días? (la verdad…)

Sí, en la noche.

32. Para ti, ¿no hacer nada es hacer qué?

Siempre hago algo.

33. ¿Quién es la persona que más extrañas ver?

A mi gato y a mi mamá.

34. ¿Cuál es la actividad que más extrañas realizar?

Salir a caminar y estar en la naturaleza.

35. Menciona algo bueno que te haya pasado durante este tiempo de confinamiento

Retomé la pintura.

36. ¿Qué es lo que más te cuestiona o te reta de estar todo el tiempo en casa?

No poder salir a caminar y respirar otro aire.

37. Una palabra que digas o pienses mucho en estos momentos

Paciencia.

38. Si pudieras verte con alguien, ¿Con quién sería?

Con mi gato.

39. ¿Alguna frase o pensamiento que hayas visto en tiempos de cuarentena y quieras compartir?

This is who you are- heart, This is where you live- mind. Un video de Elizabeth Gilbert en su Instagram con una historia muy chévere.

40. ¿A quién te gustaría pasarle este cuestionario? Escribe su nombre, mail o cuenta de IG para contactarle

A Simon

PD.: Si quieres, comparte tus redes sociales

@giannibrusa (IG)

Ana Cascales

La segunda invitada de esta «cuarentena» de mujeres maravillosas es Ana Cascales. La conocí virtualmente por Instagram. Me encanta lo que hace, me inspira y admiro profundamente que su gran «profesión» de la vida sea ser mamá, como la mía.

Así se define en LinkedIn: «Mamá emprendedora y amante de la vida, del ser humano, de los negocios, la tecnología y de lo que hago con cada uno de mis días»​.

AnaCascales

1. ¿Cómo te llamas?

Ana Cascales

2. ¿Cómo te dicen? (si tienes un apodo o seudónimo)

Ana

3. ¿A qué te dedicas? En la vida, no en tiempos de pandemia

Emprendimientos conscientes

4. ¿Cuál es tu color favorito?

El blanco.

5. ¿Tienes alguna fobia?

No.

6. ¿Tienes un peluche o muñeco favorito? Cuenta…

Tengo un cojín favorito de pelo al que duermo abrazada

7. ¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Yoga, Leer, cocinar y jugar con mi peque.

8. ¿Y en qué piensas cuando lo haces?

En lo afortunada que soy de tener tiempo para hacer todo lo que me gusta.

9. ¿Tienes alguna alimento top, o bebida sagrada que quieras compartir aquí?

Agua de coco, crema de calabaza y tortitas de avena y plátano 😍.

10. ¿Qué alimento te parece horrible y no te comerías por ningún motivo?

Cole’s de Bruselas.

11. ¿Cómo se llama tu tablero favorito de Pinterest?

Montessori y espacios Zen.

12. ¿Cuál es tu hora favorita del día?

7:00 am

13. ¿Cuál es el nombre de tus mascotas? Si tienes

Chloe y Firulays.

14. ¿Quién es tu héroe favorito? puede ser literario, artista, deportivo, político… lo que quieras

Lola Vendetta y Vishwananda.

15. ¿Qué prefieres?: playa, montaña o ciudad

Campo y playa.

16. ¿Qué canción se repite infaltable en tus playlist?

17. ¿Qué peli te repetirías una y otra vez?

La cabaña y Nuestro Hogar.

18. ¿Y cuál es la más terrible o aburrida que recuerdes?

Era tan mala q la olvidé 😜

19. ¿Cuál es tu comida favorita?

Cualquiera de cuchara y legumbres, hummus y aguacate.

20. ¿Qué usas para dormir? (pijama, camiseta, cucos, nada…)

Piyama.

21. ¿Por qué te sientes afortunado(a)?

Por estar viva, por mi familia, mi hija, mi hogar, mi salud, mis amigos, mi creatividad, mi intuición (nada es mío pero bueno), por dedicarme a lo q me apasiona, tener mucho tiempo libre, seguir formándome y aprendiendo………….

22. ¿Cuántos días llevas en casa por la cuarentena?

Hoy hace un mes, creo.

23. ¿Con quién estás pasando el confinamiento?

Con mi hija.

24. ¿Cómo te ejercitas durante este tiempo? física y mentalmente.

Power Yoga, pranayamas, meditación, lecturas, audio libros y paseos al súper!.

25. ¿Qué desayunas ahora que hay más tiempo?

Tortitas de avena, arroz con Mijo, plátano y canela, pan de centeno homemade con aguacate, smoothies…

26. ¿Has aprendido algo nuevo durante la cuarentena? ¿Qué?

Pufff muchísimo. A fluir, aceptar, tener paciencia, soltar los deseos, salirme del tiempo lineal, estar presente, divertirme con pequeñas cosas, no necesitar grandes lujos para ser feliz, me encanta cocinar y no lo practicaba, q no sirvo para limpiar….

27. Para estar en casa… ¿Piyama, sudadera, leggins o jeans?

Leggings de yoga.

28. ¿Cuál es el espacio de la casa donde más te gusta estar?

Salon, q es una sala diáfana con parque y puff.

29. ¿Qué serie de Netflix te estás viendo en este momento?

Ninguna.

30. ¿Y qué libro estás leyendo?

El ojo del Yo.

31. ¿Te bañas todos los días? (la verdad…)

Cada dos.

32. Para ti, ¿no hacer nada es hacer qué?

Tirarme en la cama a mirar el techo sin móvil ni distracciones.

33. ¿Quién es la persona que más extrañas ver?

Mi hermana y mis padres.

34. ¿Cuál es la actividad que más extrañas realizar?

Pasear por la playa e ir a mi restaurante favorito.

35. Menciona algo bueno que te haya pasado durante este tiempo de confinamiento

Me acerqué a grandes amigos con los q hacía tiempo no hablaba.

36. ¿Qué es lo que más te cuestiona o te reta de estar todo el tiempo en casa?

Ganas de socializar y conocer gente cuando estoy ovulando 😂

37. Una palabra que digas o pienses mucho en estos momentos

“Es la primera vez que hago esto en este momento”, aunque lo haga todos los días… aquí y ahora es la primera vez. BENDITO COVID.

38. Si pudieras verte con alguien, ¿Con quién sería?

¡Con un amante tantrico!.

39. ¿Alguna frase o pensamiento que hayas visto en tiempos de cuarentena y quieras compartir?

Estas en el lugar perfecto y en la compañía perfecta para aprender lo que debes aprender durante este periodo.

40. ¿A quién te gustaría pasarle este cuestionario? Escribe su nombre, mail o cuenta de IG para contactarle

PD.: Si quieres, comparte tus redes sociales 🙂

Marcela

Quise comenzar este reto al estilo del «chismógrafo» de mi época. Sí, siglo XX, años noventa, donde no existían ni celulares, ni internet, pero sí redes sociales: el chismógrafo, que era un cuadernito cosido al caballete, exclusivo para responder preguntas de toda índole.

Diseñé la versión digital del entrañable manuscrito y la compartí con amigas o mujeres que admiro y espero llegar a las 40, porque todo tiene que ser con el número cuatro, jeje. Conozcámoslas un poco mejor.

MarcelaMedina

1. ¿Cómo te llamas?

M

2. ¿Cómo te dicen? (si tienes un apodo o seudónimo)

No lo voy a decir!!! Porque lo detesto

3. ¿A qué te dedicas? En la vida, no en tiempos de pandemia

Artista plástica, joyera

4. ¿Cuál es tu color favorito?

Depende de pa lo que sea. Cambia con los tiempos. Digamos que el rojo ha sido una constante, pero últimamente me gusta mucho el verde oscuro. Jamás pensé usar el azul oscuro y ahora es mi favorito. Los años no vienen solos.

5. ¿Tienes alguna fobia?

No, por fortuna. Aunque no me gustan los ratones y las ratas, pero últimamente estoy mirando de frente la vaina, como lo hice con los alacranes. Hoy en día somos amigos.

6. ¿Tienes un peluche o muñeco favorito? Cuenta…

Nop

7. ¿Qué es lo que más te gusta hacer?

parchar en mi casa conmigo misma, caminar por paisajes y montañas con mi familia y mis amigos, meterme en cuanto charco encuentre, cocinar.

8. ¿Y en qué piensas cuando lo haces?

Pienso en lo feliz que puedo ser con tanta sencillez sobre los hombros, pienso que tanta pendejada pesa mucho, que quisiera que mis hijos fueran felices con la liviandad de la carga.

9. ¿Tienes alguna alimento top, o bebida sagrada que quieras compartir aquí?

Soy generosa con mis experiencias culinarias, con todas y cada una.

10. ¿Qué alimento te parece horrible y no te comerías por ningún motivo?

Un caldo de murciélago.

11. ¿Cómo se llama tu tablero favorito de Pinterest?

UICH….muchos. Mi última obsesión es uno de un man que se llama Gluten Morgen, que me esta enseñando a hacer mi propia masa madre y pan.

12. ¿Cuál es tu hora favorita del día?

Cuando me despierto y me tomo un café en la cama, creo.

13. ¿Cuál es el nombre de tus mascotas? Si tienes

Tuve un pero que quise mucho, se llamaba Yoyo.

14. ¿Quién es tu héroe favorito? puede ser literario, artista, deportivo, político… lo que quieras

Imposible contestar esta pregunta porque me demoraría una semana entera.

15. ¿Qué prefieres?: playa, montaña o ciudad

Montaña, sin duda alguna.

16. ¿Qué canción se repite infaltable en tus playlist?

Wicked game y toda la música de Tom Waits, Leonard Cohen, Velvet Underground. Últimamente me gusta mucho cigarettes after sex y Ray LaMontaigne

17. ¿Qué peli te repetirías una y otra vez?

Alicia en las ciudades, Paris, Texas….varias.

18. ¿Y cuál es la más terrible o aburrida que recuerdes?

Cualquier película promedio gringa me parece terrible

19. ¿Cuál es tu comida favorita?

Me encanta la comida en general, todo depende de cómo esté preparada.

20. ¿Qué usas para dormir? (pijama, camiseta, cucos, nada…)

Pijamas un poco viejas ya. Sueño con dormir en pijama nueva, elegante y que el pantalón salga con la camiseta.

21. ¿Por qué te sientes afortunado(a)?

Respuesta obvia y lugar común pero así es la vaina, por mi familia, por nuestra salud, por mis amigos de verdad verdadera.

22. ¿Cuántos días llevas en casa por la cuarentena?

Nada más y nada menos que 28. Sin salir ni a la puerta de la casa.

23. ¿Con quién estás pasando el confinamiento?

Con mi marido y mis hijos, una de 15 y uno de 12

24. ¿Cómo te ejercitas durante este tiempo? física y mentalmente.

Bajé un app a mi cel, me regala una rutina diaria. Aguanta, aunque no me emociona. Tengo clase de yoga con un man muy crack y con mi parche los viernes. Además, practico las tareas que el profe nos manda casi a diario. Miro el parque por la ventana.

25. ¿Qué desayunas ahora que hay más tiempo?

Lo mismo de siempre, pues siempre he tenido tiempo para desayunar. Jugo de naranja recién exprimido, arepa con queso y aguacate, huevo, fruta, café….

26. ¿Has aprendido algo nuevo durante la cuarentena? ¿Qué?

He practicado mucho más lo que ya sé y estoy aprendiendo a hacer mi propia masa madre para luego hacer mi propio pan, cosa a la que siempre le he querido meter el diente….

27. Para estar en casa… ¿Piyama, sudadera, leggins o jeans?

Los leggins que siempre detesté. Me compré un par para ir al gimnasio, con la firme promesa de usarlos solo para ello. Ahora no me los quito.

28. ¿Cuál es el espacio de la casa donde más te gusta estar?

En la sala y en la cocina, por obvias razones.

29. ¿Qué serie de Netflix te estás viendo en este momento?

Acabamos de terminar la última temporada de Ozark. No estoy viendo nada ahorita en espera de que alguien me recomiende alguna bien buena.

30. ¿Y qué libro estás leyendo?

La espinosa belleza del mundo. Del escritor colombiano que más me conmueve, Tomás González.

31. ¿Te bañas todos los días? (la verdad…)

Si, aunque quisiera no hacerlo.

32. Para ti, ¿no hacer nada es hacer qué?

No hacer NADA

33. ¿Quién es la persona que más extrañas ver?

Personas…..Mis papás, mi hermano, mi sobrina y mi suegra.

34. ¿Cuál es la actividad que más extrañas realizar?

Hay varias, caminatas por las montañas y almuerzos casi que semanales con mis amigas. Almorzar en la casa de mis papás los sábados.

35. Menciona algo bueno que te haya pasado durante este tiempo de confinamiento

Ver a mis hijos trabajar solos en el colegio, con responsabilidad y compromiso. Ver a mis hijos tranquilos y serenos. Contar con el apoyo de mis papás.

36. ¿Qué es lo que más te cuestiona o te reta de estar todo el tiempo en casa?

Echar mano de la paciencia, encontrar paz mientras todo pasa. Descifrar la incertidumbre.

37. Una palabra que digas o pienses mucho en estos momentos

Frase…..cada día trae lo suyo.

38. Si pudieras verte con alguien, ¿Con quién sería?

Con mis papás, con mi hermano y mi sobrina.

39. ¿Alguna frase o pensamiento que hayas visto en tiempos de cuarentena y quieras compartir?

Aún no, porque aún no entiendo nada.

40. ¿A quién te gustaría pasarle este cuestionario? Escribe su nombre, mail o cuenta de IG para contactarle

A ti!

PD.: Si quieres, comparte tus redes sociales 🙂

@entre_esto_y_aquello

Falta un Cocuy pa’ las Doce

Hasta hace poco, yo pensaba que en mi vida había tomado algunos riesgos, que había hecho una que otra aventura. Recuerdo que por allá en 1998 me fui con unos amigos a Golfo Tortuga (un lugar desconocido en el Pacífico, donde además contraje malaria, jeje). En esa época también montaba bicicleta de montaña y me hice un par de travesías con mi amigo Julio Pérez por la cordillera occidental, para ese momento plagada de guerrilla, pero nosotros éramos felices rodando entre monte, montaña, río y cascadas. Para la pasión solo necesita un empujoncito. Y ya.

Luego vino una época sosegada de trabajo, matrimonio e hijo, pero la «piquiña» por conocer, aventurarme, arriesgar, nunca me dejó. Todas las veces que pude, embarqué a la familia en aventuras como ir a la Patagonia Argentina («kayakiando» el estrecho de Drake) o hacer el Camino Inca en Perú (cinco días de trekking hasta llegar a Machu Pichu). Luego -ya sola- seguí explorando y me fui para Ciudad Perdida, donde se me despertó la pasión por el trail running, y en 2017 hice el Camino de Santiago sola, más de 900 kilómetros.

Después Dani Caribe Atómico apareció en mi vida y desde ese día ya solo es de aventuras, travesías y una que otra locura, muchas de ellas narradas en este blog. Pero la que voy a contar ahora es la que me hizo darme cuenta que -hasta ahora- no había hecho nada, o casi nada, que pusiera realmente mi capacidad física y mental a prueba. Lo mejor: que no será la última.

La planeación

Ya dije que Dani se la pasa haciendo locuras, travesías, aventuras, como se les quiera llamar y a todas me invita. Y yo -en muchas ocasiones, más de las que él quisiera- me la paso diciéndole que no, que no es necesario, que yo voy y lo espero, que lo recojo, que pa qué, que yo no puedo, etc. Lo que él llamaría «excusas».

Una de esas «locuras», fue la idea de venir hasta El Cocuy (Boyacá) en bicicleta, los dos solos. Todo el año negándome a las otras veinte… no pude más que decir que sí. Y pensé: qué más da, eso tiene un pedazo duro pero llegando al pueblo (en 2015 había venido en carro, ¡ja!), vamos a mi ritmo, no es competencia, bla bla bla. Básicamente dije sí porque salir en bici es una delicia, porque igual me pasé el año diciéndole que no me «sacaba» y pues esta era la oportunidad, así fuera salvaje. Pero lo más importante, porque me encanta su compañía y no hay otra persona con la que me la pase mejor que con él.

Me metí al Strava (aplicación de deportistas para guardar entrenamientos, medir distancias y crear rutas), creé la ruta La Calera – El Cocuy en tres etapas, más o menos de 100 kms y un poco más los dos primeros días y el último de 80kms -por lo que era la subida del cañón-. ¡Ay! qué pesar de Carolina… sin detenerse en las altimetrías con rigor… pero, ¿de qué me hubiera servido el rigor con la cabeza dura del Atómico? De nada, créanme. 

Bicicleta lista, implementos de desvare listos, hidratación lista y una mini maleta en la espalda que llevaba lo básico: impermeable y un saco ligero, una muda para dormir, cepillo de dientes, crema para protegerse del sol, algo de papel higiénico, una toalla de rápido secado, unas chanclas, los documentos personales, dinero en efectivo… mmmm… ya no parece tan mini maleta, pero bueno, era lo que había que llevar, y se llevó.

Etapa 1

Arrancamos el 27 de diciembre a las 6:30 am por el hermoso valle de Sopó. Montar la bicicleta para mí es como volar, y este vuelo me iba a llevar más lejos de lo que nunca había montado (mi máximo habían sido 100kms en la travesía Sin Tripas Corazón, y en terreno plano). 

Por esta vía solo había llegado como 10kms antes de la entrada a Suesca, así que cuando cruzamos esa línea imaginaria asumí que mi travesía había comenzado. Paramos en el punte del Sisga -a la foto oficial del evento- y comenzamos a ver nubes negras, bien negras… paramos en la entrada a Machetá a tomarnos un caldito de costilla y se largó el agua… nos llovió un buen rato, el suficiente para mojarnos completicos, pero bueno, son gajes del oficio. Lo malo fue que Dani comenzó a estornudar y no paró hasta llegar a Tunja. En serio.

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El camino fue lindo, mucho columpios, algunas subidas interminables pero las bajadas compensaban porque eran tendidas, no muy inclinadas. Las montañas a la izquierda, cerquita y el paisaje que se abría a la derecha… qué bello ir en la bici y disfrutar de tantos detalles. Nos comentábamos avisos de tienda, nos burlábamos de la pinta de la gente, nos entristecían los perros muertos a la orilla de la carretera… pero al final todo el tiempo era un espacio de conexión con la tierra, la verdadera tierra y de conexión entre nosotros, de crear un nuevo lenguaje para decirnos las cosas, para asombrarnos con los planos de las montañas, con la cortina de agua que pasaba a lo lejos, con los pájaros apostados en las cuerdas de la luz.

Paramos en el Puente de Boyacá, también para la consabida foto y arrancó la última subida hasta llegar a Tunja. Qué pesar que la entrada sea tan fea… todo talleres y basureros de carros, desde ahí ya no se ayuda. Conseguimos un hotelito muy bueno, con agua caliente (requisito) y la bañada fue… ufff!!! casi no salgo. Lavé las camisetas y las pusimos a secar con la tele encendida, a ver si servía de algo, jeje. Salimos a comer y nos acostamos tempranito, estábamos cansados y la jornada siguiente sería más difícil.

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Hasta allí hicimos 132 kms con 1.795 metros de desnivel positivo. Esto, para quienes no dominan los deportes que suben 🙂 quiere decir que se subió esa cantidad de metros durante el recorrido, con las diferentes subidas que hubo, las cuales se ven en la altimetría.

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Etapa 2

28 de diciembre. Poner las posaderas nuevamente en el sillín no fue fácil, pero solo necesité 500 mts para sentirme a gusto. Debo contar que un día antes del viaje me compré el súper sillín, para chica, que ubica perfectamente toda la «mecánica» femenina. Eso no quiere decir que no duela sentarse, pero duele menos.

Arrancamos felices… 200 mts, Caribe pinchado. Despinchamos en la increíble plaza de Tunja que apenas despertaba a esa hora, pero era increíble porque el cielo estaba todo azul, como los cielos que recordaba de Salamanca, ¡bellísimos!

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Una vez cambiado el neumático arrancamos y comenzamos a rodar por una carretera preciosa, tranquila, con berma suficiente para ir seguros aunque, quiero hacer la aclaración -por si no lo saben-, según las normas de tránsito el ciclista debería ir por la vía y ocupar carril, pero en este país (y muchos otros) eso es arriesgar la vida, así que mejor metiditos en la berma.

Los paisajes del departamento de Boyacá son preciosos, cómo disfruté de la luminosidad con que se veían esas hermosas y verdes montañas, tupidas como una colcha de retazos por la variedad de la siembra, y adornadas con la imagen de los campesinos aún «enruanados», o sea, que usan ruanas, un tipo de poncho de lana, típico de este departamento.

Paramos en Cómbita a desayunar: caldo de costilla, huevos, envuelto de maíz, chocolate y pan. Que no se diga que no se alimentan. Y de ahí hasta Duitama donde Dani volvió a pinchar. Gajes del oficio.

A partir de ese momento la vía se hizo más pequeña, menos señalizada y comenzó el primer ascenso del día a Santa Rosa de Viterbo, un hermoso pueblo enclavado en la mitad de muchas montañas, donde -además- nació el Palomo, el famoso caballo de Bolívar. Allí aprovechamos para almorzar, porque se venía otro ascenso duro y -como dice Dani- se necesitaba fuerza en la raíz del cacho.

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Comenzamos a subir, y a subir, y a subir… interminable, con algunas curvas muy duras pero que afortunadamente compensaban con el paisaje y la grata compañía. Dani trataba de darme ánimos, a veces no con mucho éxito, pero la intención es lo que cuenta.

Subimos a Cerinza, bajamos a Belén y volvimos a subir por mil horas, a la vereda Caracoles Alto, el punto más alto de la ruta (3.300 msnm) a las 5pm. Tarde, y no era la última subida: faltaban 20 kms más, con intervalos entre los 3 mil y 3 mil doscientos metros de altura. Las fuerzas ya me vencían y me comenzó un dolor en el talón de Aquiles de la pierna derecha cada vez que pedaleaba. El paso por el páramo de Canuto (así nos dijeron unos campesinos que se llamaba) un lugar que recordaba como mágico, sacado como de una película por la cantidad de frailejones, se me hizo interminable, y en la oscuridad peor. Completa penumbra nos cobijaba en ese momento; solo era la luz de las frontales, la de Dani mejor que la mío, y el resto como una boca de lobo, como un cuarto oscuro. Hasta que comenzó la bajada, pero con esa noche tan metida se volvió peligroso y la carretera sin señalizar y llena de huecos. Entonces se nos «apareció» Susacón, un pueblito antes de Soatá (que era a donde pensábamos llegar) y entramos.

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Solo había un hospedaje, que a su vez era la tienda del pueblo, con un cuarto y un baño privado SIN AGUA CALIENTE. No crean, lo pensé amargamente antes de decidir… o 20 kms más de bajada, cansadísima, helada y con hambre, o quedarnos. Nos quedamos. Estaba destruida, me dolían partes del cuerpo que no sabían que dolían, solo quería dormir.

Esta etapa fue de 142 kms con 2.148 de desnivel, o sea el doble de la primera. El talón me molestaba, la espalda (por la posición prolongada), mejor dicho, tenía que dormir a ver si me sentía mejor.

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Etapa 3

29 de diciembre. Esa noche no comimos bien y tampoco dormimos bien. A las 3am nos despertó un perro ladrándole a su sombra, el cual despertó a un gallo que cantó hasta las 5am. Y a las 5am el dueño del lugar se puso a conversar en el patio (donde estaba nuestro cuarto). Yo no quería pararme, no estaba segura de poder seguir. Me dolía el talón, las piernas, las nalgas, todo. Tenía la moral a la baja, pero Dani intentaba por todos los medios (amorosos, desde luego) de convencerme de que yo era capaz. Y -otra vez- dije que sí.

Nos montamos en las burras (o sea las bicis) y a pedalear. ¡Ay! ¡Cómo duele esa primera sentada! Pero así se va cogiendo callo. Lo que vino en adelante fue bajada con algunos columpios hasta Soatá (y la vía con muchos baches, lo cual en bici de ruta se siente horrible) y una vez en Soatá la bajada más salvaje hasta Puente Pinzón. Casi 10 kms con 700 mts de desnivel negativo.

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En Puente Pinzón pasamos el río Chicamocha, señal de que comenzábamos la subida del cañón, la etapa más dura de la travesía. Nos tomamos fotos, un juguito de mora y arrancamos a subir… Eran casi las 12 del día, el sol inclemente, el ascenso parejo, velocidad 0, vegetación de desierto, el sol quemando y desgastando, cada pedaleada dolía, sobre todo el talón derecho, y las piernas recordaban los 300 kilómetros que ya llevaban. Media hora después solo habíamos avanzado 5 kms. No iba a llegar, quería parar. Dani trató de animarme diciéndome que así no llegaríamos, lo cual no sirvió, teniendo en cuenta el cansancio y mis cuentas del día anterior, que por ir despacio nos cogió la noche. Entonces el comentario no animó. Sentir esa presión, esa responsabilidad de tener que ir más rápido sin tener con qué… «porque sino no llegamos», como la etapa anterior… no podía, no pude. Hasta ahí llegó mi ruta. No mi travesía, pero sí la opción de llegar en bicicleta.

Me subí al carro, que en ese momento ya nos había alcanzado y me fui escoltando a Daniel por siete horas más. Al principio muy enojada con él (y él conmigo), por meterme en estas vacalocas, por no ayudarme, por ayudarme, pero sobre todo conmigo misma por no haber podido, por haberme rendido, por no estar lista, por todo. Pero poco a poco, despacio, con calma, fui entendiendo que seguía siendo nuestra travesía, que éste era el regalo que él quería darme: disfrutar como él de la bici, de los paisales, de «sufrir» y amar la montaña, que no éramos iguales ni en fuerza física ni mental, estábamos juntos en esto, era NUESTRA travesía y ESO era lo más importante.

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Durante esos 80 kilómetros faltantes lo vi sufrir, pedalear con toda; veía su piel tostada con ese sol inclemente, pero la mirada fija adelante. No se iba a rendir, él no sabe lo que es eso, él está hecho de otro material que claramente yo no tengo. Ninguna de las dos opciones son malas, simplemente son diferentes miradas de la vida, y mientras lo veía pedalear con tanto tezón, lo entendía y me entendía, y me reconciliaba conmigo misma por no haberlo logrado. Tal vez esa no era mi meta, mi meta era intentarlo, hacer más de 100 kilómetros un día ya era una meta para mí, y a en ese punto llevar 308 kilómetros era superar cualquier meta. De ahí la importancia de conocerse al interior, pero entender al otro: Dani a mí y yo a él.

Así llegamos juntos a El Cocuy, 7:30 de la noche. Él estaba tan feliz… era otro reto más que completaba, probablemente nunca vaya a saber lo que es rendirse, pero esa es su personalidad. La mía no, la mía es cuidarme y soltar lo que ya no me haga feliz. Por supuesto es otro tipo de felicidad, y Dani también sufre, pero a su modo está feliz con ese sufrimiento. Y tiene más callo, definitivamente.  

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Esta última etapa para mí fue de 33 kilómetros, con 400 mts de desnivel positivo. En total hice unos 308 kilómetros con 4.350 mts de desnivel. Y ya.

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Después de la bici, estuvimos un par de días en El Cocuy, donde el 31 de diciembre hicimos el ascenso al pico Pan de Azúcar, en el PNN El Cocuy, pero ese viaje, por la belleza e inmensidad de las montañas, por lo que significó terminar el año en un lugar tan poderoso, merece un artículo aparte.

También hay videos de la travesía.

https://youtu.be/bLxlcFmCKLQ

https://youtu.be/zURfbt8Jxyo

El lugar más seguro

El otro día iba en un bus de Bogotá para mi casa, y en las sillas de atrás iban dos chicas. Una de ellas le contaba a la otra sus vicisitudes en el amor; parece que había estado “luchando” por alguien -supongo que su actual pareja- y ahora se quejaba porque él, aunque estaba con ella, no era lo suficientemente amoroso, no se le «notaba».

La amiga en un momento le preguntó: ¿Pero eso no era lo que querías? ¿Estar con él?
La chica contestó: Sí… pero siento que él está conmigo porque quiere un lugar seguro.

Un lugar seguro…

Qué frase tan hermosa y poderosa. No pude seguir oyendo la conversación porque mi mente se fue inmediatamente a revolcar mi vida, mis historias, mis ‘lugares seguros’. Mis pensamientos y definiciones se mezclaron tratando de definir ese ‘lugar seguro’ porque, como dice Dani, mi manera de interpretar o significar las palabras a veces es muy literal, y otras muy simbólico, lo cual me desordena el cerebro sin poder hacer nada al respecto, más allá de comenzar a preguntarme verdades, entender las interpretaciones y decantar mi propia definición.

¿Qué es un lugar seguro?, ¿Dónde queda?, ¿Cómo se llega allí?, ¿Quién no quiere estar en un lugar seguro?, ¿No es lo que buscamos todos al final?, ¿Es real o imaginario este lugar?, ¿Quién se lo inventó?, ¿Lo necesitamos?.

Un lugar seguro -para mí- vendría a ser ese espacio -no necesariamente físico- donde puedo sentirme a salvo de lo que me rodea y a veces me incomoda: el trajín del día a día, las prisas por llegar al trabajo a tiempo, por cumplir con las responsabilidades de éste, las discusiones laborales, sociales o familiares, las preocupaciones económicas, las rabias que me dan por el tráfico insoportable, el desgaste de los malos entendidos con los seres humanos. Un lugar seguro es ese espacio al que sabes que puedes llegar en cualquier momento, desnudarte de todo eso, acurrucarte, respirar profundamente y sentirte tranquilo.

¿Dónde queda este lugar?, ¿Cuál es el primer pensamiento que me llega cuando imagino un espacio así?. Buscando la respuesta, me di cuenta que no es solo uno, sino varios.

Mi cama, meterme debajo de las cobijas es uno de ellos. Ya sea para dormir, leer,  escribir, escuchar música, mirar pal techo, llorar o tener sexo; mi cama es un altar de privacidad, donde disfruto de los mayores placeres que me dan el cuerpo y la mente. Como dice Sabines: «En la cama ocurre lo mejor de la vida; el nacimiento, el amor, la escritura y la muerte».

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Estar al lado de mi hijo es otro lugar seguro. El más tierno y amoroso de mis lugares. Arruncharnos a ver alguna serie de Netflix en casa es el momento más especial para tenerlo completamente cerca de mí. Nos abrazamos, nos acariciamos las manos, nos disfrutamos. Él tal vez aún no sepa lo seguro que es estar allí y deleitarse así del amor, pero ya lo aprenderá, y también lo gozará.

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El abrazo y la compañía de mi amigo y amante (todo en uno) es mi otro lugar seguro. Y tampoco es físico, lo siento en el mismo momento en que estoy llegando a su casa y me vuelan esas mariposas en el estómago. Entonces estamos juntos y el tiempo simplemente para y nos quedamos en otra dimensión, los dos, haciendo cualquier cosa. Contándonos el día, refunfuñando de todo, riéndonos del resto, mimándonos o disfrutando de la compañía de los amigos, en la montaña, las carreras, las travesías en bici. Todos los momentos que compartimos tienen la fortuna de hacerme sentir segura, porque estoy ahí, en el presente, en su corazón.

Tolima B:N

La montaña es mi último lugar seguro favorito. Cuando estoy en ella siento una energía poderosa, que me tranquiliza y me convierte en parte suya. Estar en la montaña es vivir su propia vida, palpitar a su ritmo, desvanecerse o mimetizarse con el paisaje. La montaña nos permite conectarnos de una manera poderosa con la naturaleza, volvemos al origen, recargamos energía, somos otros o mejor, somos nosotros mismos.

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Entonces concluyo, está bien querer, buscar y tener un lugar seguro. Está bien pedirle al amor que nos de ese lugar, por qué no, si el amor nos hace sentir amados y a salvo, entonces puede ser esa madriguera de emociones positivas que saca lo mejor de nosotros. No todo en la vida es recibir y menos bajo nuestras propias expectativas. Ser el lugar seguro de alguien debe ser maravilloso y es para estar orgullosa de ello.

Pero no debe ser un solo lugar, sino varios, porque la vida nos trae, nos da y nos quita, y como dicen por ahí: todos los huevos no pueden estar en una misma canasta. Hay que encontrar varias ‘guaridas’ que nos permitan guarnecernos, recargarnos, donde podamos estar en silencio para escucharnos.

Busca tus lugares seguros.

Ilustración de la portada del gran Jimmy Liao.