«Dicen que viajando es como mejor llegas a conocerte a ti mismo, si es que te observas. Es la decisión en la que tomas decisiones más a menudo, en la que a todas horas estás eligiendo. La vida no es lo que te pasa, sino lo que tú haces con lo que te pasa.» Wonderland
Lavacolla – Santiago de Compostela: 12 kilómetros
Quince de octubre*. Primer final del gran viaje. No me lo puedo creer… No puedo creer que esté escribiendo que llegué a Santiago de Compostela, a donde llegan todos los Caminos, a donde queremos llegar todos los peregrinos desde el primer día que comenzamos a caminar… aquí estoy. En Santiago de Compostela. Tengo que escribirlo varias veces para creérmelo.
Esta mañana «nos levantaron» los vecinos de literas. No entiendo cuál era la prisa si estábamos a dos horas de Santiago, y desde las 6:30 am había gente haciendo ruido, cuando no sale el sol hasta más de las 8am! Pero en fin… cada uno tiene su motivación, paciencia…
Total, que como a las siete ya estábamos Vicente y yo mirándonos las caras, y salimos. De noche también. Como a los dos kilómetros desayunamos en un hotelito que tenía café bar. Seguimos y a los seis kilómetros llegamos al Monte del Gozo, lugar emblemático, el más alto antes de llegar a Santiago. Queríamos ver el amanecer desde aquí, así que esperamos un poco. Y qué creen… el menos bonito de los amaneceres! jajaja, típico! Pero bueno, a Vicente le hacía ilusión que estuviéramos aquí para ver salir el sol. Nos quedamos un rato echados en el prado muertos de la risa del amanecer que nunca fue y de mil bobadas más.
Seguimos y llegamos a Santiago por entre calles, primero como industriales, de hoteles grandes y luego nos adentramos al casco antiguo; cada vez nos faltaba menos… el corazón se aceleraba, hasta llegar a la Plaza de Obradoiro… pasamos como un arco que la encierra y entramos en la plaza. Enorme, con la catedral a un costado. Enorme.
La gran llegada. No sé ni lo que pensé. Me quedé en silencio interior, estática. Era una sensación de inmenso gozo pero no podía moverme… se me salieron las lágrimas, sólo mis ojos podían expresar la emoción tan infinita que sentía mi corazón, mi cuerpo, mis piernas… que al final me trajeron hasta aquí: con tibias y ampollas. Estaba aquí, en Santiago de Compostela, era la meta, treinta días después… estaba aquí con mi mochila, mis tenis y yo. Mujer caminante, peregrina, guerrera, montañera, caracola. No lo podía creer.
Vicente y yo nos abrazamos, creo que fue el primer abrazo que nos dimos en todo el Camino. Fue un momento muy especial para los dos, pero para mí es que era el momento… cuánto me soñé con esa llegada, que al llegar ya no sabía qué significaba del TODO lo que significaba. Al final no lo entendí hasta que llegué. Qué estaba haciendo aquí, a qué vine, que aprendí, por qué sufrí, por qué lloré, por qué me angustié, cómo pude ser tan feliz, cómo solté, cómo disfruté… todo estaba -no escrito-, todo estaba caminado, mis pies escribieron esta increíble historia…
Nos tomamos fotos y fuimos a la Oficina del Pregrino a recoger nuestra Compostelana, un diploma que te entregan por haber hecho mínimo 100 kilómetros. Jeje, creo que me la merezco, aunque en realidad sólo es un papel. Nadie que no haya hecho el Camino entiende lo que es entrar a esta plaza, a la iglesia, dar gracias a Dios y a este cuerpo, a estas piernas que me trajeron hasta aquí. A mi fuerza física y mental para demostrarme a mí misma de lo que soy capaz.
Aunque el viaje continúa -porque voy hasta Fisterra-, como me dijo mi hermano, el Camino es llegar a Santiago. Y llegué.

*El quince es también la fecha de mi cumpleaños, y de mi papá, así que es mi número de la suerte 🙂
**La foto de la cabecera es de www.santiagoturismo.com
Grandes momentos
- El primer día de camino y su lluvia.
- Conocer a Dani, mi pequeño sabio, mi rarámuri 🙂
- Las montañas del País Vasco.
- El mar en Pobeña.
- La misa en Laredo.
- Los amaneceres de Cantabria y Asturias.
- El mar cantábrico.
- El día de playa en Poo de Llanés.
- Las montañas de Asturias.
- El primer de Camino Primitivo y su lluvia.
- La cena en Bodeyana.
- Las «charlas» por whatsapp con Dani, mi avanzadilla del Camino.
- Las veces que hablé con Andrés. Gracias por tus grandes consejos. Te quiero.
- Las risas con Vicente.
- El pulpo de Melide y la cena de Arzúa.
- La noche y la vía láctea en A Mesa. Y la cena donde Conchita.
- El paisaje de la ruta de Hospitales.
- Las noches que dormí sola: Poo de Llanes y Santiago.
Caroleins, qué orgullosa me siento de ti. Eres maravillosa y te quiero.
C.