Trabajos de Lapensadera

Tengo que reconocer que estoy en una disyuntiva acerca de este blog… comenzó siendo un taller creativo (aún lo es), pero las últimas entradas que he hecho están más relacionadas con otras pasiones de mi vida: la literatura, los viajes, el deporte. Creo que tendrá que caber todo aquí, ya veremos cómo. 🙂

Por ahora quiero dejarles mis últimos trabajo creativos de Lapensadera (que sí, que he estado trabajando en ello también). Son trabajo que han tenido esfuerzos increíbles, por el tamaño, por la intención, por todo.

Cuadro de familia

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Este súper cuadro fue para mi amiga A quien escogió más de 200 fotos para hacer un cuadro de vida, de familia, de amor, amistad, viajes, encuentros, navidades y otras fechas importantes. Este cuadro lo tiene todo, es un gran homenaje a una familia maravillosa y que quiero con todo mi corazón.

Los detalles del cuadro, además de la organización de las fotos, están en el marco -estilo altar, como me gusta- decorado con escarcha, flores, animales y ¡hasta luces de colores tiene! Amé hacer este cuadro, la verdad.

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Cuadro quinceañera

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Después de ese súper trabajo me llegó otro encargo maravilloso para una quinceañera. Fotos cronológicas desde su nacimiento hasta la adolescencia. Un recuerdo para mantener la primera etapa de la vida, la más hermosa, la niñez y la adolescencia.

Este cuadro fue encargo de un padre muy orgulloso de su pequeña gran hija. También esta decorado al estilo altar que me gusta tanto, pero un poco más sobrio. Igual quedó hermoso.

El libro de los recuerdos

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Para esta misma quinceañera, el mismo papá (¡quiero uno así!), me encargó un librito diseñado, con mucho color (y amor), y con cartas de sus familiares y amigos, dibujos de ella de pequeña y fotografías de momentos especiales.

El libro lo puse dentro de una caja -también decorada- y pensando que le sirviera para guardar más cositas después.

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Me siento feliz de estos trabajos porque todos llevan además de creatividad mucho amor. Y sé que vendrán más, así como vendrán más escritos de viajes, de libros y de muchas aventuras más.

¡Nos vemos pronto!

Las palabras que están en el aire

Antes que nada quiero disculparme por no estar haciendo entradas de mis proyectos creativos. ¡Lo siento! Y sí, he hecho algunos y muy bonitos, pero hay unos temas que al día de hoy me están «atormentando» (en el buen sentido de la palabra) y tengo que sacarlos de mi cabeza, desenredar el mundo de palabras que se atropellan en mi mente. Pero lo otro ahí está y pronto se los mostraré también.

Como saben, uno de mis propósitos para este 2016 es leer, leer y leer. Y escribir. Escribir lo que siento, lo que me pasa, en mis diarios, en el blog, en cartas, lo que sea pero escribir.

Pues este fin de semana acabo de estar en el Hay Festival 2016 de Cartagena, un regalo que prometí darme el año pasado que fui al primero (para mí) y aluciné. Cuando salió la lista de invitados, las boletas y demás del Hay del 2016, sin tener más dinero del que suelo tener siempre (o sea, poco), saqué de un «tarjetazo» el vuelo a Cartagena y reservé un hotelito alejado de los hoteles boutique para poder pagarlo. Y revisé la maravillosa agenda, llena de monstruos de la literatura, la música y la ilustración (para mí, obviamente), y ahí se fue otro tarjetazo, para concentrarme tres días en escuchar conversaciones sobre este tema que tanto me apasiona también y que le doy poca importancia en mi vida, y siempre vuelve y me lo recuerda: el arte de escribir, de inspirarse, de dejar plasmado lo que se siente. (¡Escribe Carolina!).

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Sólo quiero dejarles un par de reflexiones que me dejaron algunas charlas, mencionarles algunos autores que vi, no sin antes confesar que me enamoré unas tres o cuatro veces al día de todos los autores (hombres y mujeres), ya que como dijo Lionel Shriver, no se trata de género, hombres o mujeres, se trata de «seres».

Alessandro Baricco

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Cómo no amar al autor de uno de mis libros de cabecera, «Seda». Ese libro lo tengo desde mi juventud y aún lo leo y lo releo y me encanta.

Alessandro nos habló de su proceso de escribir, sobre todo refiriéndose a su último libro «Tres veces al amanecer» que ya lo compré, lo leí y me encantó. Estuvo cercano, detallista, cómplice al contarnos sus procesos literarios, su carrera, sus libros.

«En el amor no estamos destinados a encontrarnos en el momento adecuado» dijo, refiriéndose a los tres cuentos de su último libro. Qué gran verdad… es como si todo lo que dijera fuera para mí. «Escribir es un placer, es gozo, es algo químico, es labor de artesano». Con estas palabras me cautivó, porque así es: cuando me siento y escribo soy feliz (entonces no sé por qué no escribo más, jeje).

Juan Gabriel Vásquez y Fonseca

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Parece una mezcla extraña, escritor y músico, pero de eso se trataba la charla: «componer novela, escribir canciones». Hablaron de la última canción de Fonseca que tiene letra de Juan Gabriel Vásquez, todas las peripecias que se le pueden aparecer a un músico y un escritor haciendo equipo. Hubo muchas anécdotas, nos reímos muchos.

«Las artes se vuelven más lindas cuando se convierten en diálogo» dijo Juan Gabriel. «Escribir es ordenar una experiencia caótica». «La literatura es subversión, es rebeldía , es no querer o no gustarme el mundo como está, por eso recurro a la literatura». Segundo enamoramiento de la tarde (pero él ya está enamorado, de hecho la canción era para su esposa, buah!!!).

«Y tú» se llama la canción. Fonseca la cantó y realmente me conmovió… se nota la letra de un poeta. ¡Me encanta Juan Gabriel Vásquez!

Takashi Hiraide

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Escritor japonés, autor del libro «El gato de venía del cielo». Fue una charla un poco difícil porque la traducción era del japonés, pero Takashi estuvo muy conectado en contar cómo fue la escritura de este libro, cuyo protagonista es un gato. Habló de un poeta japonés (Hirako, creo), habló del significado tan diferente que tiene la muerte para oriente y occidente, habló sobre el acto de escribir, escribir sobre un gato… fue muy interesante y el libro ya está en mi lista de lecturas también.

Amalia Andrade

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La charla se llamó «Literatura gráfica» y estuvo junto a una ilustradora española, Ana Sáinz Quesada.

Amalia escribió un libro el año pasado que se llama «Uno cambia al amor de su vida {por otro amor o por otra vida}. Tengo que hablar de este libro.

No recuerdo cuándo llegó el título a mis manos, pero lo leí y quedé en shock, porque me recordó a mí hace muchas vidas (¿habré cambiado al amor de mi vida por otro amor, o por otra vida? No sé si quiera responderme). Entonces quedé perpleja y salí como loca a buscar el libro, quería saber de qué se trataba. Me lo devoré en una noche, reí y lloré con él, lo rayé, lo dibujé y ahora está en la cabecera de mi cama porque, cuando tengo esos días grises, leo algo o escucho las canciones recomendadas y vuelvo a ver la luz.

Es un libro con grandes textos, profundos, demoledores, y a su vez es ligero, gracioso. Los dibujos son mamarrachos (en el buen sentido de la palabra, perdona Amalia, tú lo sabes), pero tienen mucho que aportar cuando se ha vivido un amor, un desamor, una pérdida, ruptura, cualquier tipo de evento que rompe el corazón, porque son literales.

Entonces ver y oír a Amalia fue el top, porque ella es como mi gurú (así le decimos con una amiga), es un ser con el que empatizo totalmente al hablar de sus emociones, de sus angustias, de los miedos por escribir, por poder plasmar en palabras lo que se siente; «Las palabras nunca alcanzan a captar o a describir lo que la mente quiere decir»… así es. Cuando salí de allí le escribí a una amiga «ojalá existiera una palabra que describiera la felicidad que es estar aquí. Felicidad por ser Cartagena, por ser el Hay Festival, por ser un regalo para mí, estar sola, disfrutarlo, dejar que todo me toque, enamorarme de todos. Esa felicidad no es la ‘felicidad’ que conocemos, pero ni modo».

Robi Draco Rosa

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Esta fue la cereza del pastel del sábado. Roby Draco nos deleitó con una conversación muy sincera sobre su vida, su trayectoria, su enfermedad y su cura. Pero ante todo su pasión por componer desde el corazón, lo que él quería transmitir, no lo que el mercado le pidiera.

«El castellano es el vino tinto de las lenguas», dijo refiriéndose a su riqueza literaria, a que era la mejor lengua para escribir con recursos infinitos.

Libro recomendado: «El secreto de la vida a base de plantas». Gracias a ellas, Draco se recuperó de dos tipo de cáncer.

Rafael Yockteng

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Tuve la fortuna de conocer a este estupendo ilustrador hace un años en el colegio donde trabajo, ya que lo invitamos a dar unos talleres a los estudiantes. Gran artista, así que fui a oirlo en la charla «El arte de la ilustración» juntos a dos grandes: Afonso Cruz, escritor e ilustrador portugués, increíble también, y Sebastián Meschenmoser, alemán, un verdadero monstruo de ilustraciones infantiles, ganador de varios premios.

Cada uno pudo mostrarnos algo de su trabajo gráfico, todos tan diferentes, tan sobrecogedores en su estilo. Rafael nos mostró un libro bellísimo que va a salir muy pronto «Al otro lado del jardín» y las ilustraciones están llenas de luz, sombras, de texturas, de detalles. Afonso en cambio juega con dos colores y es impactante y hermoso a la vez. Sebastian nos mostró su personaje favorito, una ardilla, contando un cuanto sin palabras, lleno de significados, para niños y para adultos.

Qué maravilloso y mágico es este mundo de la ilustración… yo no puedo entenderlo del todo porque no dibujo bien ni un punto, pero ver a estos hombres dibujar… fue realmente enamorador.

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Al final firmaron libros, y yo tenía el último libro ilustrado por Rafael, «Expedición Macondo» (escrito por Irene Vasco, recomendadísimo para que los niños se acerquen a Macondo y la historia de los Buendía). Rafael hizo una dedicatoria bellísima para mi hijo Emilio en el libro, con dibujo incluido. ¡Morí!

Lionel Shriver

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No conocía a esta escritora y me impactó muchísimo, no solo el tema de sus libros, sino ella, su manera de ser, de haber afrontado la vida, su mirada del género, de las mujeres (¡y es deportista!). Fue una charla impresionantemente motivadora.

«Necesitamos leer libros que nos golpeen» dijo Kafka, y los libros de Shriver causan ese efecto, o al menos eso dijo su interlocutora.

«El hecho de ser mujer no define realmente quién soy. Esa no es la discusión. El género no define porque sí, es una limitación». Palabras fuertes pero que tienen mucho, mucho sentido.

Libro recomendado: «Tenemos que hablar de Kevin» y «Big brother».

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Fue así como terminó mi periplo literario de contar. Hubo más, pero esto fue lo que me marcó como escritora oculta que también soy. Estos seres me bañaron de inspiración, sentimiento, gozo y placer por el arte de escribir, y tengo que buscar la manera de ya, ya sentarme y escribir más.

Para cerrar, quiero citar una frase de Amalia Andrade que puso esta mañana en su Instagram y casi que resume todo lo que significa esta fiesta de las letras: «La literatura no sirve para nada pero es necesaria para todo».

Feliz semana.

¡Bienvenido 2016!

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Y se llegó un nuevo año… y yo no escribía como desde agosto del anterior… no puede volver a pasar, lo prometo. De hecho es uno de mis propósitos para el 2016, así que arranco con toda la energía esta primera publicación, que más que traer alguna actividad o proyecto creativo, es una reflexión (creativa) sobre cómo quiero que sea para mí este nuevo año, y por supuesto lo comparto con ustedes mis lectores, para que así sea el suyo también.

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Ya están escritos mis propósitos para el 2016, sobre todo lo que quiero hacer MÁS y lo que debo -y quiero- hacer MENOS. Todos (o casi todos) se basan o se aplican en la medida en que aproveche-mos ESTA vida, ésta, la que vivimos y respiramos cada día, cada mañana al levantarnos y cuando ya nos coge el sueño en la noche. La que nos regala el aire para estar vivos, la que nos muestra de todas las formas posibles este mundo lleno de belleza (que no lo vemos es otra cosa, pero que es hermoso, lo es). Esa vida que nos da música para bailar, amor y amistad para disfrutar, la que nos da el presente y es en ese presente ¡donde pasan las cosas más maravillosas! pero a veces no las vemos… porque tenemos los ojos puestos en una cadena pesada llamada pasado, o tenemos pre-ocupaciones (o sea, nos ‘ocupamos’ con algo que no ha pasado) por el futuro, porque nos la pasamos  «esperando» y no «agradeciendo».

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Y la vida por todos los medios nos dice: VIVE EL PRESENTE (por todos los medios y por todas las redes sociales, jeje). Pero ¿Qué significa «vivir el presente»?

Para mí es despertarse cada mañana y lo primero tener un buen pensamiento: una oración, un instante de «qué delicia la cama, qué delicia estoy viva», sentirnos calientitos y cómodos, solos o acompañados, no importa. Un buen pensamiento es traer a la mente a alguien que queremos mucho: pareja, hijo, hermano, papá, mamá, amigo, Dios, y esa es la primera sonrisa del día.

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Y luego tratar de mantenernos ahí, re-descrubriendo la belleza que es vivir en presente, en el AQUÍ y el AHORA, y así despejamos la mente (esa niña loca y terca) de los pensamientos tristes o melancólicos que a veces nos puede traer el pasado (que no está, ya pasó), o angustiarnos y pre-ocuparnos por un futuro que no ha llegado (sino ya no sería futuro).

Hay una frase muy buena que me decía un jefe en mi primer trabajo, y aún la recuerdo (porque además ya la vi en las redes… ¡ay! ¡las redes!). Él me decía: «¿Tiene solución? ¿si? Entonces para qué se preocupa. ¿No? Entonces para qué se preocupa.

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Este año que pasó trajo muchos cambios en mi vida, pero muchos. Fue como tsunami que arrastró una vida y eso fue duro, pero limpió mi playa… y eso fue bueno. Porque esta nueva playa quiero que tenga muy pocas cosas. Más que cosas quiero que tenga huellas de MI VIDA, mis letras, mis viajes, mis buenos pensamientos y deseos por la gente que amo. Quiero mantenerla con la arena fina y dejando que las olas la laven todos los días, de ser posible, para vivir cada mañana con una nueva playa, limpia como limpio está mi corazón.

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Feliz 2016 para todos, que este año nos traiga muchos proyectos creativos desde aquí o desde cada uno de sus corazones.

LACAJARACOLA de diciembre

Sí señoras y señores. Ya se está cocinando. Aproveché el festivo de hoy para trabajar en ella y les puedo adelantar que estará muy navideña.

Vamos a hacer un calendario de adviento lleno de sorpresas y actividades, como lo hacemos en Lapensadera.

LACAJARACOLA de diciembre se trata de armar -solos, con amigos, en familia, para regalar- el calendario de adviento del 16 al 24 de diciembre.

Decoraremos cada bolsita pintando y pegando, y dentro podremos ponerle una actividad para hacer cada día, más todo lo que ustedes quieran (yo a mi hijo le pongo una «sorpresa» de comer o de jugar).

Aún no la acabo, pero aquí va el adelanto. Para quienes conocen las Cajaracolas ya saben que será muy creativa y deliciosa de hacer: solos, en compañía o para regalar.

  

Ciudad Perdida. Octubre de 2015

El mejor lugar para encontrarse…

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Nunca he escrito sobre viajes, sobre mis viajes, pero creo que éste vale la pena, no sólo por lo que significó para mí, sino por el lugar tan espectacular que merece hablar de él y que todo el mundo de todas partes del mundo lo conozca y quiera venir. Y encontrarse.

Hay una tradición indígena, creo que de los norteamericanos, que se llama «la búsqueda de visión», y se trata de saber quién eres, para qué estás en el mundo y al final cómo te llamas (para los indígenas). Ellos se van hasta quince días por montañas, valles y ríos, conectándose con la naturaleza, recibiendo todos sus mensajes (ella habla, créanme) y contestando sus preguntas.

Un poco de esto tenía este viaje: era el mejor momento para preguntarme sobre mi vida, sobre los cambios, sobre lo que me esperaba. Este año ha sido un año muy movido, poco tiempo para escribir (¡si lo sabrán ustedes!), mucho tiempo para reflexionar y tomar decisiones de vida, decisiones importantes.

Así que el objetivo número uno de ir a Ciudad Perdida era hacer mi búsqueda de visión, el número dos hacer ejercicio y el número tres olvidarme de todo. Por cuatro días sólo vivir el presente.

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Antes de comenzar debo decir que fuimos un equipo de cinco: dos amigas y dos chicos que yo no conocía. Pero todos conectamos súper bien, lo cual es importantísimo en un «parche» de caminata y un destino como éste, porque son cuatro días todos juntos, y las decisiones de uno afectan a todos. Más el guía, obviamente.

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Otra aclaración es el lugar: para los que no conocen, Ciudad Perdida es es un antiguo poblado indígena y sitio arqueológico, construido alrededor del Siglo VII o VIII de nuestra era, siendo hoy en día uno de los más de 250 poblados antiguos de los cuatro grupos indígenas encontrados en la cara norte y suroeste de la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia). Los indígenas que viven en la zona, Koguis, Arahuacos, Arsarios y Wiwas, llaman al Ciudad perdida «Teyuna» y creen que fue el corazón de una red de aldeas habitadas por sus antepasados, los Tayrona. Ciudad Perdida fue probablemente el centro político y manufacturero de la región a orillas del río Buritaca y pudo haber albergado 2.000 a 8.000 personas. Aparentemente fue abandonada durante la conquista española. Fuente: Wikipedia

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Día uno

Fuimos con la agencia Guías y Baquianos, una de las dos más antiguas de la región. Altamente recomendados. Nuestro guía, Jhoan, se portó de maravilla, con un estado físico inmejorable y una actitud de servicio avasalladora, sentido del humor, buen genio, fue un divino.

Salimos de Santa Marta en la mañana hacia el norte a una población conocida como El Mamey (o Machetepelado). Allí almorzamos muy bien, pronóstico de que se nos venía una caminata importante, jeje.

El primer día sólo caminamos una jornada de aprox. 6 kilómetros con parada en un río espectacular donde pudimos bañarnos delicioso (el calor es bravo! jeje). El río está después de una subida entonces cae de perlas refrescarse en agua heladas (río de nevado) con salto incluido. Cuando salíamos para continuar la caminada comenzó a llover, normal en esta zona, pero ya íbamos preparados con bolsas para las mochilas y la ropa toda en bolsas zip-loc (y separada) para que no se moje todo a la vez (tip importante de nuestros amigos de Bluefields que también han hecho muchas veces esta caminata y nos lo aconsejaron).

La lluvia no duró mucho y el paso de nuestro equipo era rápido, así que llegamos hacia las 5pm al primer campamento, las cabañas de Adán. Allí también encontramos un río increíble y pudimos gozarlo un rato antes de que se oscureciera. Agua helada, cabe anotar. ¡HELADA! Y eso que estamos a 100 mts SNM, creo, pero casi me congelo, jeje. Igual, encontrar todavía ríos de ese tamaño, con tanta agua (pura) es una bendición del cielo que hay que saber agradecer a cada minuto. Bueno, como todo lo que encontramos en el camino porque los paisajes son impresionantes durante toda la caminata.

Allí dormimos en camarotes, donde había más grupos, casi todos extranjeros. Es un ambiente diferente, de camaradería, de tranquilidad y honestidad. Tú tienes todas tus cosas en la mochila, afuera de la cama y no hay problema. Conoces gente, hablas con otras personas y todos están felices, conectados y con la misma energía bella disfrutando un lugar tan bonito. Casi todos extranjeros, pero bueno, todo es felicidad. (Quisiera uno que hubiera más colombianos).

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Día dos

La levantada todos los días fue a las 5:30 am, pero igual nos acostábamos como a las 9pm por tarde, así que es suficiente. La comida fue más que deliciosa, nutritiva y hecha con amor. Con nosotros viaja un chef, Germán, que siempre nos consintió.

Este fue el día que más se caminóa (como 12 kms). Seis kilómetros en la mañana, con muchas subidas y bajadas, pasamos por un pueblo indígena llamado Mutanyi. Allí Jhoan nos contó sobre ls costumbres indígenas, las castas, a qué se dedican mujeres y hombre, cómo se visten, qué comen, etc. Alcanzamos a ver algunos niños en una quebrada bañándose: hermosos! sólo saben decir «dulces, dulces», divinos. Al medio día almorzamos en un campamento indígena «Mumake», al lado del río Buritaca. Allí estaba la mejor piscina natural de todas, que afortunadamente pudimos disfrutar mucho porque nos rindió cantidades la caminata (cabe anotar que mis dos compañeras, Vanessa y Catalina, son corredoras, así que el ejercicio hizo parte importante de este paseo). Disfrutamos paisajes, cada vez más cerrados, más vírgentes: montañas, valles, colinas, ríos, quebradas por todos lados, cuánta agua! qué bendición. Nos bañamos delicioso en ese río, almorzamos y arrancamos la segunda etapa del viaje, tal vez la subida más dura.

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Fueron otros seis kilómetros donde todos sacamos la garra para lograrlo. De bajada hacia el segundo campamento (y otros seis kilómetros) llovió un poco, pero qué delicia de lluvia porque refresca el calor y la humedad tan dura que sentimos todo el tiempo.

El segundo campamento de dormida se llama Teyuna. Ya aquí no hay energía eléctrica y las camas están más estropeadas (y sin almohada). No fue la mejor noche pero se agradece siempre tener dónde dormir, qué comer y cambiarse la ropa que siempre está mojada (la pijama viaja en bolsita zip-loc entonces siempre está seca 🙂

Día tres

El gran día: la subida a Ciudad Perdida. Atravesamos el río Buritaca (otra vez, es hermoso!), caminamos más o menos un ahora y llegamos a la gran subida: 1.200 escalones nos esperan para limpiar nuestros pensamientos y llegar a recibir lo que la montaña tenga para nosotros.

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Me adelanté un poco del grupo para hacer la subida en silencio, pensando en cómo me había hablado la montaña estos anteriores días: primero me regaló la lluvia (el primer día) que lo tomé como una limpieza de cuerpo y alma, y luego todo el camino se me «aparecieron» hojas, hojas de árboles, de plantas, de diferentes tamaños, colores, texturas. Siempre veía hojas y las relacionaba con algo, con alguien, como si muchas personas importantes de mi vida las hubiera «visto» a través de las hojas y así hubiera podido regalarles un pensamiento positivo.

Ahora estaba subiendo, esperando una señal de la montaña… y de pronto sólo pensé en una palabra: GRACIAS. Y comencé -genuinamente- a dar GRACIAS a Dios por estar aquí, por haber llegado hasta aquí, por tener la fortaleza física, espiritual y emocional para subir a este lugar sagrado. Dí gracias por mi vida, la de mi hijo y los seres que más amo, por el matrimonio tan feliz que tuve, di gracias sí, porque fui muy pero muy feliz, di gracias por la separación, por seguir adelante, por mi trabajo, mis sueños e ilusiones. Y de pronto había llegado, llegué a la Ciudad Perdida. Y descansé.

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Esperé mis compañeros y Jhoan nos contó la historia de esta población, de su grandeza, de cómo cayó y estuvo perdida por siglos, cómo la encontraron los saqueadores de tumbas (guaqueros), cómo la encontró el estado y luego el turismo. Fue un momento maravilloso… la recorrimos casi toda (lo que está despejado) hasta el punto más alto desde donde la vista es más hermosa. Estábamos ahí, no me lo podía creer. Nuevamente GRACIAS a Dios, a la montaña, a la vida, a todos los seres que me trajeron hasta aquí.

Como Jhoan, nuestro guía, fue criado por el mamo (es decir, el taita o cacique de los Kigui), logramos que nos recibiera. Él casi no habla con «turistas» (así nos llaman, en parte tienen razón), sólo habla con jóvenes estudiantes cuando vienen de colegios, para aconsejarlos y aprovechar su juventud para tratar de que hagan algo por su país y por la Sierra, obviamente.

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Entonces Romualdo, el mamo, nos recibió; y pudimos hacerle algunas preguntas y todas las contestó sabiamente. Es un ser que respira paz… nos dejó como en un trance… sólo con verlo se sentía una energía diferente, su mirada al infinito, su tono de voz suave, sus palabras encontrando el español adecuado para decirnos que mantuviéramos pensamientos positivos, que no viéramos televisión ni noticias malas, que había que mantener un equilibrio de cuerpo y mente. Al final nos regaló una pulsera o «aseguransa» como la llaman ellos, es como una protección extra de los Kogui. Cada pulsera tiene un mensaje que él va diciendo a cada uno. A mí me tocó «Montaña y tierra» (otra vez presente la montaña). Fui muy feliz, la más feliz. El momento final, el más bello, el cierre perfecto para comenzar nuestro descenso.

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Nos cargamos de energía allí y en un río de purificación que había allá arriba, en la Ciudad Perdida. Bajamos al campamento Teyuna, almorzamos y emprendimos la caminata de regreso hacia Mumake, el segundo campamento (donde almorzamos el día dos), para pasar la noche. Esa fue la tarde más increíble. Recién comenzamos la caminata, pasamos el río Buritaca y empezó a llover como sólo sabe llover por estos lares, a chuzos dirían por aquí, jarreando dirían en España, a cántaros dirían en otro lugar. El caso es que era aguacero o aguamil! Metidos en el monte, entre quebradas, bosque tupido, subidas y bajadas, llovía por los meses enteros de verano que acababa de pasar.

Por alguna razón cósmica me adelante del grupo y en medio del aguacero comencé a correr. No sé de dónde salió la energía pero corría y corría como en trance, como loca, una loca feliz. Subía una cuesta, la bajaba corriendo, corría las partes bajas y llovía y llovía (como dice la canción), hasta que un rayo me hizo entrar en razón! ¡estaban cayendo rayos muy cerca! ¡Qué susto! Así que decidí parar a esperar que llegara alguien del grupo. Tardó un rato per llegó Catalina y también la lluvia bajó un poco (y los rayos), así que seguimos caminando y corriendo hasta llegar al campamento. Nos bañamos y quedamos delicioso con repita seca para la cena y la charla de la noche.

Esa noche Yeison, el guía del otro grupo, nos estuvo contando sobre la historia o las historias de esta tierra maravillosa pero sufrida por las drogas y la violencia. Increíble… es nuestro propio país y sabemos tan poco de él, tantos conflictos por dinero (ilícito), por armas, marihuana, cocaína, tierras, por robarse los tesoros de los Tayrona… en fin. Pero esta tierra se está sanando, todos los guías alguna vez fueron cocaleros y mira, aquí están haciendo un mejor trabajo, por ellos, por su región, por sus familias. Y lo más bonito fue oírlo terminar diciendo que todo iba a mejorar, que cada vez era mejor. Qué optimismo para una persona que realmente ha sido tocada por la violencia de años y años de este país. Eso nos da esperanza a todos de creer que sí se puede cambiar para mejorar.

Día 4

A la mañana siguiente volvimos a madrugar y arrancamos nuestra caminata (ya casi toda corriendo, qué fiebre! jeje) hacia el campamento de Adán: allí comimos fruta, descansamos un poco y seguimos recogiendo nuestros pasos hacia El Mamey. Hubo sol y un poco de lluvia, el clima está cambiando y eso son buenas noticias para los campesinos y lo indígenas de la región. Más o menos hicimos 8 kilómetros.

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Llegamos a El Mamey a almorzar y allí, donde comenzamos, terminó nuestra jornada, tal vez con unos kilos menos en el cuerpo, pero de más en las maletas con la humedad y la mugre que llevábamos,

Pero lo mejor que nos dejó este viaje, para mí, fueron:

El equipo: Catalina, Vanessa, Daniel y Jhonatan. Y Jhoan nuestro guía. Fue una energía poderosa la que nos empujó a estar aquí viniendo todos de lugares distintos y tal vez con pretensiones diferentes. Pero aquí nos conectamos y nos apoyamos. Y reímos y gozamos. Fue mágico.

Los paisajes… majestuosos. Los planos de las montañas, una trayendo la otra y así hasta perderse (al fin y al cabo es la Sierra Nevada de Santa Marta). El monte, los árboles y quebradas, cada vez que nos adentrábamos más, más tupido, mejor conservado, más puro. los tonos de verde, infinitos. Las piedras, cuarzos por todos lados. El agua… pura.

El pasado y presente de los Tayrona… representados aquí por un asentamiento más antiguo que Machu Picchu y por una población Kogui que aún mantiene sus raíces. A pesar  la modernidad, de verse expuestos e interactuando con campesinos, con nacionales y extranjeros, ellos conservan lo más puro de su cultura, y eso es de verdad muy lindo.

Y así terminó esta travesía que quería compartir con el mundo, que me demostró de lo que soy capaz, que me hizo mejor persona y que espero repetir con ese equipazo en otros lugares de nuestro país.