Nunca he visto un sonido

Este título, contundente y enormemente significativo, fue el nombre de una conferencia magistral de Raymond Murray Schafer, compositor, catedrático, pedagogo musical, ecologista y artista visual canadiense, quien en 1970 acuñó el término «paisaje sonoro», para referirse a la grabación de sonidos medioambientales, que permitan apreciar la sonoridad de un lugar.

Y ya. Creo que este título, ese término y esa definición lo dicen todo. Me leí la conferencia completa (que se las dejo AQUÍ para los ñoños como yo, jeje) y me enamoré -aún más- de los sonidos, de todo lo que recogen, de dónde se albergan en nuestro interior, de cómo se descubren, cómo cambian, cómo mutan y siempre uno es diferente del otro. Maravilloso…

Esta pandemia ha sido un desafío para todos, de diferentes maneras pero desafío. Unos han perdido seres queridos, otros han perdido sus trabajos, otros hemos pausado la vida, la vida en las montañas. Porque ahora lo importante es cuidarnos y cuidar a quienes amamos.

Afortunadamente, y por bendiciones venidas directamente del cielo (así lo creo yo), tengo mi trabajo, y gracias a él me sumergí en el maravilloso mundo de los Podcast. Es allí donde comienza esta historia.

Buscando diferentes opciones o medios para comunicarnos con los estudiantes (recuerden que trabajo en un colegio), a un grupo de profesores y a mí nos pagaron un curso de Podcast, para que usáramos esa herramienta dentro del aula o -en mi caso- con la comunidad.

Hasta ese momento los Podcast no me decían mucho; los tenía referenciados y tal vez había escuchado alguno, pero no era que me «entusiasmaran». De hecho, ni siquiera creía que mi voz registrara bien ante un micrófono.

La primera tarea del profe Mauricio, fue que recomendáramos al grupo del curso, algunos Podcast que nos gustaran, y pensar sobre qué tema o formato nos gustaría hacer un Podcast para el colegio y uno personal.

Fue allí donde se abrió la caja de Pandora. Comencé a buscar Podcast y mis primeras pesquisas me llevaron a formatos de entrevista (seguramente porque soy periodista) y relacionados con temas ambientales y feministas, dos de mis áreas favoritas. Desde ese día no veo Netflix, solo oigo Podcast… apareció el formato ficción, narración y ya mi Playlist de Podcast es más grande que la de «Música para correr». Bueno, estoy exagerando un poco, pero por lo menos sí es la que más escucho.

Por otro lado, cuando pensé en mi Podcast profesional y personal, también fue como una epifanía, como si todo el tiempo hubiera sabido de qué quería hablar, lo cual me emocionó enormemente y no me hizo dar vueltas, sino que me puse a trabajar inmediatamente.

Mi Podcast del colegio es formato entrevistas a papás/mamás/empleados de la comunidad tan talentosa que tenemos. Y mi Podcast personal… mi pequeño tesoro… desde ese día uno dije: relatos sonoros de la montaña; historias de montaña con sonidos de ésta. En ese momento no conocía el hermoso término «paisajes sonoros» que lo recoge todo, todito, todo.

Y la magia comenzó a pasar… busqué mis diarios de viajes, archivos de video, fotos y comencé a darle vida. Así me siento: dándole vida a un proyecto que a su vez me da vida a mí, porque me hace sentir viva, emocionada e ilusionada. Me hace aprender, leer, escuchar. Uno cree que oye pero no… realmente no como debería. El sentido del oído -el pobre- ha sido un poco relegado, como que lo damos por hecho y le regalamos el protagonismo a la vista que es la que se conecta con imágenes «llamativas». Pero los sonidos, si nos ponemos en ellos, son más llamativos que las vistas.

Aquí grabando cantos de pájaros en la montaña con el Atómico 🙂

El oído, como el olfato, el gusto y el tacto son tímidos, pero sensibles. En un micro segundo de conciencia plena puedes estar escuchando cuatro, cinco, diez sonidos diferentes, estés donde estés. En la ciudad: conversaciones de personas, llantos de bebés, risas de niños, pitos, frenos, vendedores ambulantes, músicas de diferentes tipos, motores, pisadas, golpes; un avión que pasa a lo lejos, un perro ladrándole a alguien, una mujer cantando en una ventana, un vendedor ambulante… en fin.

En el campo, para comenzar, ¡las decenas de cantos de pájaros!, las vacas, los perros, el gallo, la oveja, el burro, el ternero llamando a la madre… el susurro del viento en los árboles, la música del agua, de una quebrada, un río o la lluvia que se acerca, o ya cayendo en tu espalda.

Aqui es donde ocurre el resto de la magia, en el «estudio de grabación» 🙂

Mientras escribo esto, pienso que debería hacerlo en audio, jeje. Pero bueno, la escritura es mi primera fuente de comunicación, el legado de mi padre, y si no supiera escribir (de corrido, como decía), tal vez no tendría nada qué contar, ni escrito ni hablado.

Así que seguiré escribiendo, esta vez para relatar historias y paisajes sonoros, para que todos podamos ir a la montaña con un relato que viene del corazón.

¿Que dónde se puede oír? En este LINK pueden escuchar la intro, y a partir del 6 de agosto, Relatos Sonoros de la Montaña estará en todas las plataformas de Podcast, y paralelo saldrá la crónica aquí en Lapensadera y en EstoyVivo con fotos y otros datos. Así que pendientes.

Gracias por leerme. Y ahora por escucharme.

Así lo podrán encontrar. Esta bella acuarela la hizo mi coequipero Dani Caribe Atómico

Para finalizar, les comparto una frase muy poderosa del escritor francés Jacques Attali, de su libro «Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música», que seguro los hará hacerse responsables por sus sonidos de ahora en adelante: “Desde hace veinticinco siglos el saber occidental intenta ver el mundo. Todavía no ha comprendido que el mundo no se mira, se oye. No se lee, se escucha. Nuestra ciencia siempre ha querido supervisar, contar, abstraer y castrar los sentidos, olvidando que la vida es ruidosa y que solo la muerte es silenciosa: ruidos de trabajo, ruidos de los hombres y ruidos de las bestias. Ruidos comprados, vendidos o prohibidos. No ocurre nada esencial en donde el ruido no esté presente”.

Fanática del planeta

Aunque toda mi vida me haya considerado una persona amigable con el medio ambiente -y aún lo creo-, esta crisis que vivimos hoy en día, no solo sanitaria sino -mucho antes- ambiental, me ha hecho ser más consciente de la necesidad urgente de cambiar algunas acciones y costumbres. Extrañamente, «gracias» a la cuarentena y al tiempo en casa, he podido leer y hacer algunos ajustes y adaptaciones en mi vida diaria para poder intentar ser una mejor persona con el planeta.

Pero antes quiero reflexionar un poco sobre lo que pasa con esas noticias que salen en medios y se comparten también en redes sociales sobre el daño que le hacemos al planeta día a día, y que creemos ingenuamente que es sólo por «culpa» de la contaminación de las grandes empresas, los autos, las chimeneas, la guerra, las vacas, etc, y que entonces poco queda por hacer por parte de nosotros. Pero resulta que una gran parte (muuuuy grande) de esas empresas contaminantes, existen «gracias» a nuestros consumos individuales: de plásticos en todas sus formas y para todos los usos, de ropa y zapatos baratos y de mala calidad, de comida rápida e hipermega procesada, de infinidad de cosas, muchas veces inservibles y desechables, de combustibles… y la lista se alarga y se alarga.

Entonces las noticias nos abruman y concluimos que ni modo, que no podemos controlarlo, que solo somos una persona, que no podemos cambiar a nadie… bla bla bla. Resulta que sí, sí podemos. Podemos cambiar nosotros. Podemos intentar hacer cambios reales en nuestra manera de ver, percibir y relacionarlos con el mundo, con el ambiente y hasta con el sistema (así no nos guste el sistema, pero ni modo). Y es por eso que quise escribir este texto: para recordármelo y recordárselo a quienes lo sientan y analicen parecido, porque más allá no puedo hacer nada -aún-.

Lo escribo para que nos animemos a cuestionar un poco más nuestros modos y medios de compra, el uso, y sobre todo el desuso que le damos a muchas de esas cosas que compramos porque «están baratas, en oferta», porque «de ese color/forma/tamaño no tengo», porque «lo necesito», «me encanta», «lo usa Fulanita», porque «tengo con qué $$ comprarlo» y así una larga lista de justificaciones solo basadas en el YO.

Con esto no estoy diciendo que no se compre nada, sólo que lo pensemos, que hagamos conciencia y escojamos aunque sea un propósito para ponerlo en marcha en nuestra vida. Estoy completamente segura -y lo vengo leyendo en varios libros y páginas que sigo- que sólo es iniciar y ser consciente, consistente, consecuente y apasionado. O una de las anteriores.

¿Y cómo se puede llegar ahí? voy a citar tres “consejos”, por llamarlos de alguna manera, de Mariana Matija, una chica que se dedica a todos estos temas de sostenibilidad y que ha sido para mí un gran referente, junto con otras personas y colectivos:

  1. Dejar de esperar a que todo sea fácil. Es necesario que dejemos de buscar sólo lo que se nos acomoda y lo que no nos «talla», y que empecemos a enfrentar realidades que nos van a romper un poco el corazón… pero que tenemos que aprender a mirar de frente si es que queremos empezar a resolverlas.
  2. Mostrar nuestra sensibilidad. La sensibilidad no es un defecto. De hecho, me parece que es una de las más grandes fortalezas que puede tener una persona cuando se pone a la tarea de «cambiar el mundo».
  3. Mostrar nuestra valentía. Sin valentía no nos quedaría más remedio que acurrucarnos a esperar a que alguien más resuelva las crisis ambientales y sociales a las que nos enfrentamos. La solución no está en manos de otras personas, sino de todas las personas. Y eso te incluye a ti.

Fue así como escogí mis propósitos y metas de corto plazo. Y ya comencé con los ajustes y cambios, poquito a poquito para no agobiarme ni ahuyentar a la familia. Y voy estudiando, probando, equivocándome y acertando. Seguro me cansaré en el camino -y me equivocaré- pero retroceder o rendirse ¡jamás!

Hemos comenzado un viaje hacia sentirnos mejores personas con el planeta -que no es lo mismo que serlo, porque para eso ya tendríamos que hacer maestrías en sostenibilidad y salir de este sistema capitalista que nos tiene a todos de una u otra forma amarrados casi que sin salida-, pero vamos a intentarlo, otra vez lo digo, poco a poco.

Y hablo en plural porque si meto yo, mete todo este parche 🙂

1. No más plásticos o desechables.

Ojalá pudiera decir “suprimir”, pero mientras lo logro, me voy al mercado con cinco bolsas que tengo en casa, de diferentes tamaños y diferentes telas y ahí me traigo todo el mercado. Sí, las frutas y verduras también. La cajera me mira “rayado” porque le toca agrupar de a poquitos todo, y yo le regalo una sonrisa y le digo: falta un limón que está allá con las granadillas. Aún me falta encontrarle solución a algunos productos que ya vienen empacados, sin contar con los no perecederos que ya comienzan a dejar de entusiasmarme y pues le voy buscando soluciones, que a su vez tienen que ver con otros factores relacionados con la sostenibilidad, como comprar local y eso, afortunadamente en La Calera, aún se logra y muy bien.

También desde hace un tiempo cargo en mi mochila el kit de supervivencia sin plásticos que te lo recomiendo: el botilito para el agua, y en una bolsita de tela que me hizo mi hijo un día de la madre, va un pequeño vaso desplegable -por si me tomo un cafecito por ahí-, los cubiertos de bambú para evitar los odiosos desechables, y una bolsita de tela plegada por si compro algo de última hora en el mercado.

Por supuesto los pitillos desaparecieron de nuestro radar hace ya años. Recuerdo cuánto me costaba convencer a mi hijo (en esa época de 8 años) para que no los pidiera, hasta que lo logré. Eso me hace ratificar que nada es imposible, jeje.

Los otros residuos que aún compramos, como latas, envases de vidrio o empaques plásticos, intento reciclarlos de la mejor manera. Aún hay “fallas” en el sistema, sobre todo ahora con el confinamiento, pero sigo separando, reutilizando lo posible y reciclando el resto. Y más que nada, intentando que toda la familia lo acepte y lo adapte.

2. Bienvenidas las plantas

Este apartado se divide en dos mundos muy emocionantes que estoy explorando: el de sembrar y el de comer.

De sembrar
Estamos súper entusiasmados (y aquí hablo por Dani también, que lo está haciendo muy juicioso en su casa) con sembrar y comer nuestras propias verduras. Vivimos en un lugar que aún lo permite y contamos con el espacio y los recursos para lograrlo; entonces, ¿Por qué no intentarlo? Por eso hemos comenzado un curso de huerta en “macetas”, estamos retoñando aguacates y zanahorias y cultivando germinados (que también tiene que ver con el apartado siguiente).

También, preocupados por los residuos orgánicos tan valiosos que salen de casa, y más ahora que cocinamos todo el día, y haciendo conciencia al saber que terminan en un relleno sanitario con kilos y kilos de otros residuos horrorosos, como si fueran «basura», decidimos comenzar a compostar. Esa sí que es toda una aventura que seguro merecerá una publicación aparte, con todo lo que hemos ido aprendiendo al respecto.

(La foto vendrá cuando tengamos retoñitos para mostrar, así como la del compost. Todo irá sucediendo lentamente, pero sucederá. Si algo hemos aprendido de esta época de confinamiento es a ser pacientes.)

De comer
Aquí hablaré por mí. Desde hace unos tres años vengo con ganas de dejar de comer carne. Además de que no era mi plato favorito, a veces sentía que me caía muy mal, y leyendo, buscando y acercándome al mundo vegetariano y vegano, entendí -o hice conciencia- de lo fuerte y contaminante que es el mercado arrasador del ganado, más lo terrible que es la muerte de estos y todos los animales que usamos para comernos… la violencia de la muerte de un ser vivo, la energía de las personas que lo hacen sin ningún sentimiento, el miedo y dolor de los animales… No espero que con esto me entienda nadie, ni quiero crear polémica entre el sí o el no. Es algo muy personal, que fui interiorizando hasta que me llegó el momento y me siento muy bien, además de apoyada por mi familia (que aún es carnívora, jeje).

La cosa es que en enero hice un programa Detox que, por supuesto, sacó las carnes de mi vida por 21 días y fui feliz, no solo con la limpieza de mi cuerpo sino con el hecho de no querer ni necesitar comer más animales. Y comencé a dar los pasitos necesarios para cambiar mi alimentación hacia una que yo quería y sentía más sana y conectada con el planeta.  Ahora disfruto nuevamente de cocinar, de buscar opciones más nutritivas, sanas y con menos empaques.

Me tocó comprar olla a presión para cocinar los granos, jeje, pero seguro que le sacaré todo el provecho. Es increíble cómo nos quedamos atorados en los mismos alimentos y preparaciones, y de pronto se abre una pequeña ventana que se convierte en un paisaje (literal) enorme de posibilidades para comer delicioso y muy sano. En esas estoy.

También he hecho germinados (de alfalfa, lenteja y quinua) y ha sido maravilloso, primero porque es como una siembra súper rápida y segundo, porque están llenos de nutrientes. Y son ricos. Así como los fermentados, otro alimento súper poderoso. Todos son sabores a los que puede ser que no estemos muy acostumbrados, pero que poco a poco se disfrutan en el paladar y se convierten en parte de la dieta diaria. Y han sido hechos en casa, por mí, y los comparto con mi mamá, con Dani y los niños. Bueno, cuando les gustan.

Hago mi leche de almendras, hago el hummus, exploro las hamburguesas de garbanzo, fríjol y quinua, lo cual me hace tener motivaciones casi a diario.

Aún consumo huevos y queso, pero no me doy duro por ello, todo es poco a poco y en la medida en que no los necesite o los supla, iremos viendo. Por lo pronto, los huevos son de “gallinas felices”, es decir, criadas sueltas y sin concentrados, con lo cual son más pequeños, más ricos y probablemente más saludables.

3. Compra local

Este es un apartado muy bonito y al que me gusta haber llegado, porque para mí resignifica la labor del campesino, motiva a apoyar proyectos sostenibles y, por supuesto, ayuda a economías pequeñas. Cada quince días pido el mercado de verduras a la huerta orgánica Sol de Siembra, un lugar que queda muy cerca de mi casa, unos 13 kms y que tuve la fortuna de conocer antes de que comenzara el confinamiento. Es una maravilla de lugar y la gente que lo atiende, en cabeza de Nubia, son muy amables y dispuestos a colaborar. Por si les interesa, llevan mercados a Bogotá también y traen todo lavado, sin uso de pesticidas ni fertilizantes, ¡y sin bolsas!. También tienen huevos, queso, miel, mermeladas y otros productos de amigos o vecinos, es decir, economías colaborativas. Es verdad que no es el mismo precio que si voy al súper, pero tampoco es la misma calidad; simplemente me organizo y compro cada quince días. Si me falta algo en ese tiempo ya lo compro por aquí, pero prefiero “invertir” en salud y bienestar mientras pueda, además de apoyar este hermoso proyecto.

Las semillas y nueces aún vienen de lejos, por aquí no hay graneros y esas cosas, y ya ir hasta Bogotá solo a eso, tal vez salga más caro. Por ahora las compro en una tiendita de un señor queridísimo, que además me regala turrones cuando le compro, típico de pueblo 🙂

4. Del aseo en casa

Los productos de aseo, tanto los personales como los de la casa, son los causantes de enormes cantidades de residuos contaminantes, no solo por los ingredientes que tienen (muchas veces impronunciables e inimaginables), sino también por el mundo de empaques que traen, sin contar con que muchos son probados cruelmente en animales.

En el aseo personal tal vez es donde más cambios he hecho y eso me tiene feliz: ya hice mi propio jabón-shampú sólido, que les compartiré cuando esté «curado» y listo para usar, y el rinse en vinagre de manzana rebajado en agua. El desodorante es 100% natural (en envase de vidrio), la única crema que uso para la cara es el aceite de argán (que también viene en frasco de vidrio) y cristales de sábila naturales que tengo en la nevera. La crema dental ya la reemplacé por una natural y estoy por terminar la crema del cuerpo para hacer mi propio humectante. Con esto estaría reduciendo más de cinco empaques (plásticos y de cartón).

Para el aseo de la casa, desde hace muchos años mis únicos ingredientes estrella son el vinagre blanco y el bicarbonato de sodio. El jabón de lavar los platos ya lo reemplacé por uno natural (y hecho por calerunos) más el estropajo en vez de esas esponjas plásticas. Y para la ropa, estoy esperando para recolectar aceites usados y hacer el famoso «jabón de Castilla» y así ya no tener que comprar jabones con olores a «limpio». Como suavizante toda la vida he usado el vinagre también.

—-

Estas son mis iniciativas; iba a decir pequeñas pero no, no son pequeñas,me lo estoy tomando en serio y en serio espero y quiero mejorar nuestra estancia en este planeta y ayudar a protegerlo. Hace un tiempo puse una frase en Instagram que decía: “No hay que hacer mucho caso a esa gente que dice que lo que hacemos no sirve. -SÍ SIRVE- Entre todos sumamos”.

La invitación es a que sumemos, a que escojas o decidas o intentes hacer un cambio en tu vida que sea bueno para el planeta y así, poquito a poquito, muchos haremos la diferencia.

Caro Caracolina

Llego al día cuarenta de estas entrevistas contestándola yo misma. Y es raro pero a la vez me hace ilusión; primero, porque no me imaginaba contestando yo las preguntas y segundo, porque al haber leído las respuestas de todas, siempre estuve pensando qué diría yo… y aquí está, esto es lo que pienso, y que gracias por la oportunidad 🙂

Pero las verdaderas gracias son para todas las mujeres que se tomaron el tiempo de contestar las preguntas, gracias  también a las que no pudieron y gracias a todas y todos los que leyeron. Sé que quedan muchas historias para contar, espero que este espacio pueda seguir abierto.

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¿Cómo te llamas?

Carolina Echeverri Obregón

Cómo te dicen? (si tienes un apodo o seudónimo)

Caro, Caracola, Mona

¿A qué te dedicas? En la vida, no en tiempos de pandemia 🙂

Soy comunicadora en un colegio y tengo un emprendimiento con mi pareja de salidas a la montaña.

¿Cuál es tu color favorito?

Azul marino

¿Tienes alguna fobia?

A los animales de sangre fría… me da un no sé qué, no sé dónde

¿Tienes un peluche o muñeco favorito? Cuenta…

Ti, un manatí peluche que me dio mi hermano hace muchos años

¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Escribir

¿Y en qué piensas cuando lo haces?

Que las ideas le ganan a las palabras.

¿Tienes alguna alimento top, o bebida sagrada que quieras compartir aquí?

Agüita caliente con limón y vinagre de manzana en ayunas

¿Qué alimento te parece horrible y no te comerías por ningún motivo?

Visceras y esas cosas. Guácala.

¿Cómo se llama tu tablero favorito de Pinterest?

Food, drink and more

¿Cuál es tu hora favorita del día?

La hora azul… de la tarde-noche

¿Cuál es el nombre de tus mascotas? Si tienes

Mi hijo tiene un pez que se llama Manchisner y lo cuido cuando no está

¿Quién es tu héroe favorito? puede ser literario, artista, deportivo, político… lo que quieras

A Frida Kahlo la amo (hasta la tengo un minialtar en mi casa), y tengo muchos escritores y poetas de culto: Jaime Sabines, Jimmy Liao, Pessoa, Gioconda Belli, Cernuda, Salinas por mencionar los de siempre.

¿Qué prefieres?: playa, montaña o ciudad

Montaña al lado del mar

¿Qué canción se repite infaltable en tus playlist?

Todas las de Soda Stereo y algunas de Zoe

¿Qué peli te repetirías una y otra vez?

Todas las de Miyasaki y Wes Anderson

¿Y cuál es la más terrible o aburrida que recuerdes?

Dragon ball (malísima)

¿Cuál es tu comida favorita?

El aborrajado. Es un plato típico de mi tierra adoptiva (El Valle del Cauca) que es con plátano maduro y queso.

¿Qué usas para dormir? (pijama, camiseta, cucos, nada…)

Camiseta

¿Por qué te sientes afortunada?

Por hacer lo que me gusta, tener salud, amor e independencia económica.

¿Cuántos días llevas en casa por la cuarentena?

Sesenta y pico

¿Con quién estás pasando el confinamiento?

Pues… primero con mi hijo, luego con mi novio y mi hijo, luego con mi novio, su hijo y mi hijo, luego sola y ahora otra vez con mi hijo. No me he aburrido, jeje.

¿Cómo te ejercitas durante este tiempo? física y mentalmente.

Hago bici en simulador, tengo una app para ejercicios funcionales, una vez a la semana tengo una sesión de yoga online con amigos y leo y escribo mucho.

¿Qué desayunas ahora que hay más tiempo?

Lo mismo: fruta, café solito y arepa. A veces huevo.

¿Has aprendido algo nuevo durante la cuarentena? ¿Qué?

He leído mucho sobre sostenibilidad, entonces estoy haciendo pequeños/grandes ajustes en mi vida, entre ellos comencé a germinar, fermentar, estoy haciendo un curso de siembra en macetas y voy a comenzar mi compostera. Y sigo con mi curso de marketing digital.

Para estar en casa… ¿Piyama, sudadera, leggins o jeans?

Leggins

¿Cuál es el espacio de la casa donde más te gusta estar?

El comedor, al lado del balcón desde donde veo la montaña.

¿Qué serie de Netflix te estás viendo en este momento?

Dark

¿Y qué libro estás leyendo?

Pensar con otros, de Guadalupe Nogués

¿Te bañas todos los días? (la verdad…)

Si hago ejercicio, sí. Si no… ejem…

Para ti, ¿no hacer nada es hacer qué?

Mirar al techo

¿Quién es la persona que más extrañas ver?

A mi hermano Felipe

¿Cuál es la actividad que más extrañas realizar?

Ir a la montaña

Menciona algo bueno que te haya pasado durante este tiempo de confinamiento

Me siento muy afortunada de tener trabajo y poder hacerlo desde casa, estar bien de salud y haber estado con las personas que amo. La verdad ha sido un tiempo muy especial para mí por el tiempo que me he podido dedicar, hago conciencia de ello y lo valoro un montón.

¿Qué es lo que más te cuestiona o te reta de estar todo el tiempo en casa?

La verdad… que me quede gustando estar en casa (ya descubrí que se llama «síndrome de la cabaña») y no saber cómo será esa «nueva normalidad».

Una palabra que digas o pienses mucho en estos momentos

Un día a la vez

Si pudieras verte con alguien, ¿Con quién sería?

Con mi mamá

¿Alguna frase o pensamiento que hayas visto en tiempos de cuarentena y quieras compartir?

«La mayor amenaza de nuestro planeta, es pensar que alguien más lo va a salvar», Robert Swan

¿A quién te gustaría pasarle este cuestionario? Escribe su nombre, mail o cuenta de IG para contactarle

¡A todas las mujeres que quieran responderlo!

PD.: Si quieres, comparte tus redes sociales 🙂

Mi IG es @caracolinamagica y puedes saber un poco más sobre mí AQUÍ.

Lourdes Carrasco

Presentar esta MUJER es el mayor reto que tengo, no solo porque es mi madre en la tierra (tengo otra en el cielo) y puedo verme «un poco» sesgada, y por el contrario, porque me da susto quedarme corta en elogios, para quienes la conocen -saben de qué hablo- y la quieren.

La señora Lulú es el ser más maravilloso que puebla esta tierra. Punto. Su forma de ser dulce, serena, reservada, amorosa, tierna, ecuánime, noble, fuerte, generosa, feliz, le otorgan ese título. Es la persona más alegre que conozco, en las circunstancias que sean, siempre encontrará la palabra (positiva) justa, el consejo sabio y el abrazo cálido. No he encontrado a alguien que no la quiera o por lo menos que no le caiga bien.

Me siento la más orgullosa de tenerla aquí, de presentársela a todas las mujeres que han leído este especial de cuarentena y a todos quienes leen mis escritos, y sobre todo de haber escuchado y transcrito sus respuestas… me llena de infinita ternura acercarme a ella a través de unas preguntas dictadas por el teléfono, porque ella no maneja «esas cosas de internet», y dejar que respondiera así, genuina y maravillosa como es.

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¿Cómo te llamas?

Lourdes Carrasco Zapata

Cómo te dicen? (si tienes un apodo o seudónimo)

Lulú y mi nieto me dice Yaya

¿A qué te dedicas? En la vida, no en tiempos de pandemia 🙂

A la buena vida, ama de casa y jardinera

¿Cuál es tu color favorito?

Azul

¿Tienes alguna fobia?

A las culebras

¿Tienes un peluche o muñeco favorito? Cuenta…

Mi nieto es mi muñeco favorito

¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Sembrar plantas, cuidar las flores

¿Y en qué piensas cuando lo haces?

En la belleza de ellas, lo hermosas que son, sus colores y formas. Sobre todo las orquídeas.

¿Tienes alguna alimento top, o bebida sagrada que quieras compartir aquí?

El vino a la hora del almuerzo

¿Qué alimento te parece horrible y no te comerías por ningún motivo?

Los chapules mexicanos

¿Cómo se llama tu tablero favorito de Pinterest?

¿Qué es eso?

¿Cuál es tu hora favorita del día?

Por la mañana cuando está saliendo el sol que miro el cielo

¿Cuál es el nombre de tus mascotas? Si tienes

No tengo

¿Quién es tu héroe favorito? puede ser literario, artista, deportivo, político… lo que quieras

Julio Iglesias siempre me ha gustado

¿Qué prefieres?: playa, montaña o ciudad

Montaña

¿Qué canción se repite infaltable en tus playlist?

Por amor, de Niní Caffaro

¿Qué peli te repetirías una y otra vez?

Raíces, por como se habla de la exclavitud

¿Y cuál es la más terrible o aburrida que recuerdes?

No me acuerdo

¿Cuál es tu comida favorita?

Los vegetales en general

¿Qué usas para dormir? (pijama, camiseta, cucos, nada…)

Piyama

¿Por qué te sientes afortunada?

Por muchas cosas: por haber conocido al Poeta y criar a mis hijos putativos.

¿Cuántos días llevas en casa por la cuarentena?

Ni sé

¿Con quién estás pasando el confinamiento?

Sola, con Dios

¿Cómo te ejercitas durante este tiempo? física y mentalmente.

Hago los quehaceres que se presentan durante el día, leo, camino por el apartamento y a veces me pongo a bailar.

¿Qué desayunas ahora que hay más tiempo?

Arepa con café con leche

¿Has aprendido algo nuevo durante la cuarentena? ¿Qué?

A apreciar las cosas que me ha dado Dios, tanto materiales como espirituales

Para estar en casa… ¿Piyama, sudadera, leggins o jeans?

La ropa de siempre: pantalón y camiseta

¿Cuál es el espacio de la casa donde más te gusta estar?

En la sala para leer

¿Qué serie de Netflix te estás viendo en este momento?

No tengo Netflix

¿Y qué libro estás leyendo?

Los alimentos, medicina milagrosa

¿Te bañas todos los días? (la verdad…)

Todos los días y me lavo la cabeza los lunes

Para ti, ¿no hacer nada es hacer qué?

Ver televisión

¿Quién es la persona que más extrañas ver?

A Emilio, mi nieto

¿Cuál es la actividad que más extrañas realizar?

Salir a caminar todos los días, por la mañana y por la tarde

Menciona algo bueno que te haya pasado durante este tiempo de confinamiento

La solidaridad de mis vecinos para ayudarme si necesito comprar algo

¿Qué es lo que más te cuestiona o te reta de estar todo el tiempo en casa?

Estar ahí quieta

Una palabra que digas o pienses mucho en estos momentos

Amor

Si pudieras verte con alguien, ¿Con quién sería?

Con mi hijo que está en Italia, porque hace mucho que no lo veo

¿Alguna frase o pensamiento que hayas visto en tiempos de cuarentena y quieras compartir?

Todo va a pasar, son pruebas que Dios nos manda por algo, tal vez para que lo amemos más.

¿A quién te gustaría pasarle este cuestionario? Escribe su nombre, mail o cuenta de IG para contactarle

PD.: Si quieres, comparte tus redes sociales 🙂

Stephanie Cubides

A Stephi la conocí en mi segunda carrera de trail, por allá en 2017. Me impactó su belleza y lo joven que era. Nunca olvidaré esa escena… en el cajón de salida, le miré por detrás su tatuaje de alas, arrancamos y no la vi más durante el recorrido, era (es) una liebre. Por supuesto ganó, aunque debo decir que yo también, en la categoría mayores de 40, jeje.

Pasaron casi dos años antes de que la vida nos dejara conocernos mejor, y fue gracias al Atómico, que me da tantos regalos intangibles, que el año pasado tuvimos la fortuna de hacer un viaje a la montaña -lo que más nos gusta-, y conocernos mejor. Y desde ese día la llevo en la baraja, la tengo en ese lugarcito especial para mujeres maravillosas y hermosas en todos los planos.

Gracias Stephi por hacer de este mundo un lugar de sonrisas y paz, que es lo que transmites con tu palabra y tus bellas acciones por los demás.

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¿Cómo te llamas?

Stephanie Cubides Martínez

¿Cómo te dicen? (si tienes un apodo o seudónimo)

Tefa, Tefi, Tefo… y así con todas las vocales jaja

¿A qué te dedicas? En la vida, no en tiempos de pandemia 🙂

Profesora de teatro, actriz, Payasa humanitaria y re-corredora de montañas

¿Cuál es tu color favorito?

ROJO

¿Tienes alguna fobia?

A transportarme en taxi

¿Tienes un peluche o muñeco favorito? Cuenta…

Mi gato…

¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Estar tranquila

¿Y en qué piensas cuando lo haces?

En lo insignificante que soy

¿Tienes alguna alimento top, o bebida sagrada que quieras compartir aquí?

Bebida sagrada para correr: La chicha de maíz

¿Qué alimento te parece horrible y no te comerías por ningún motivo?

Caviar…

¿Cómo se llama tu tablero favorito de Pinterest?

Todos los de bordado artístico ¡Hay unas cosas!

¿Cuál es tu hora favorita del día?

La del café…

¿Cuál es el nombre de tus mascotas? Si tienes

Juno Mario Cuchurrumin y Morrison (Gatos)

¿Quién es tu héroe favorito? puede ser literario, artista, deportivo, político… lo que quieras

Mi padre / Angela Posada Swaford / James Thierrée / Fernanda Maciel y todas las personas que trabajan en pro de cuidar la vida en cualquiera de sus manifestaciones.

¿Qué prefieres?: playa, montaña o ciudad

MONTAÑA FRÍA

¿Qué canción se repite infaltable en tus playlist?

Cantata de puentes amarillos de Luis Alberto Spinetta y su proyecto Pescado Rabioso

¿Qué peli te repetirías una y otra vez?

La ciencia de los sueños de Michel Gondry / El castillo vagabundo de Miyasaki

¿Y cuál es la más terrible o aburrida que recuerdes?

Seguro alguna de «comedia» Colombiana o «acción» Gringa…

¿Cuál es tu comida favorita?

El postre…

¿Qué usas para dormir? (pijama, camiseta, cucos, nada…)

Depende la temperatura…

¿Por qué te sientes afortunado(a)?

Por la familia que tengo

¿Cuántos días llevas en casa por la cuarentena?

Calculo Sesenta y algo…

¿Con quién estás pasando el confinamiento?

Con mi novio

¿Cómo te ejercitas durante este tiempo? física y mentalmente.

Físicamente hago un programa de ejercicio llamado: Insanity, combinado con rutinas de pesas y mentalmente: participo en conversatorios de teatro o pedagogía, Hago tortas (meditación) y bordado (Más meditación)…

¿Qué desayunas ahora que hay más tiempo?

Siempre variado: fruta, proteína y carbohidrato

¿Has aprendido algo nuevo durante la cuarentena? ¿Qué?

A convivir en pareja, a estar en casa y dar clases de teatro de manera virtual

Para estar en casa… ¿Piyama, sudadera, leggins o jeans?

Sudadera

¿Cuál es el espacio de la casa donde más te gusta estar?

Junto a la ventana

¿Qué serie de Netflix te estás viendo en este momento?

«Anne with an e» ¡Magistral!

¿Y qué libro estás leyendo?

El amor en los tiempos del cólera

¿Te bañas todos los días? (la verdad…)

No

Para ti, ¿no hacer nada es hacer qué?

Hacer de todo un poco…

¿Quién es la persona que más extrañas ver?

Mis padres

¿Cuál es la actividad que más extrañas realizar?

Ir a la montaña y estar con mis estudiantes

Menciona algo bueno que te haya pasado durante este tiempo de confinamiento

Se activo la creatividad y el sazón

Qué es lo que más te cuestiona o te reta de estar todo el tiempo en casa?

Me cuestiona la veracidad de lo que estamos viviendo, me reta la comodidad de estar en casa

Una palabra que digas o pienses mucho en estos momentos

Hacer

Si pudieras verte con alguien, ¿Con quién sería?

Con mi padre

¿Alguna frase o pensamiento que hayas visto en tiempos de cuarentena y quieras compartir?

«El Echarle a un grupo humano por cualquiera que sea la circunstancia, por la superstición, por el oscurantismo, por el antisemitismo o cualquiera que sea el estigma por el cual uno de los grupos humanos se ve objeto del rechazo, la estigmatización o el odio, no sirve, no ayuda a salir de la peste, genera mucho sufrimiento y le añade toques de odio a lo que debería tener solidaridad. Lo primero que hay que hacer para curar las pandemias es mirar al otro como un ser humano.» -Diana Uribe-

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Angela Posada Swafford

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